Crítica de «Rifkin’s Festival»: La vida y el cine desde el sabio chaflán de Woody Allen

La película número 51 del genio neoyorquino llega a los cines de España este viernes

Louis Garrel, Gina Gershon y Wallace Shawn, en «Rifkin’s Festival»
Oti Rodríguez Marchante

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Da un poco de pena la facilidad con la que se le endilga a ciertas películas de Woody Allen la palabra «menor» porque envuelve en frescura, humor y ligereza lo que pretende expresar, que siempre suele estar en sintonía con su estado de ánimo y sus habituales «preocupaciones». Y no hay que olvidar que esta última, « Rifkin’s Festival », la ha hecho un tipo enclenque, de 84 años, y al que se le persigue con saña y con la intención de destruir su imagen y su obra.

A pesar de ello, acorralado y vejado, contra viento y marea (empeño y dinero de Mediapro), Allen no nos propina un ladrillazo de viejo resentido con su película , sino una obra bienhumorada e inteligente en la que indaga una vez más en las cosas importantes del ser humano (o sea, él) cuando llega a la edad de los achaques y las goteras, con sus angustias, dolores, infelicidades (también infidelidades) y que, para colmo, tiene que aguantar las merluzadas habituales sobre lo que es el arte, la modernidad y lo que es convertirse en «tercero» en las cenas con su esposa.

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Rifkin's Festival

Rifkin's Festival

Wallace Shawn hace de Woody Allen y asume su muestrario de dudas y flaquezas; con Gina Gershon, su esposa, y Louis Garrel, el cineasta moscardón, llegan a San Sebastián durante el Festival de Cine, y aprovecha Vittorio Storaro para filmarlos y retratar la ciudad de esa manera luminosa y hermosa, de postal, que tanto hiere la sensibilidad de los de cuanto más feo, más real.

Entra en escena Elena Anaya , estupenda, sensacional y tan hermosa como la ciudad, pero que, lamentablemente, está casada con Sergi López, que tiene que bailar con el momento más desacertado, horroroso, de la película . Como la trama es otoñal, nostálgica y fruto de una sesión de terapia (no vemos la historia, sino lo que le cuenta Wallace Shawn a su psiquiatra), la cosa es «menor», aunque Allen se empeñe en reforzarla con ingeniosas escenas de grandes películas del cine europeo, de Godard, Truffaut, Fellini, Buñuel, Bergman (lo de Christoph Waltz como «Muerte» en « El séptimo sello » es magistral)… Woody Allen y sus pequeñas grandezas.

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