Crítica de «Pullman»: The Mallorca Project

Llega justo hasta donde va, que no es más allá de un apunte del paisaje del fin de la infancia

Imagen de los protagonistas de «Pullman»
Oti Rodríguez Marchante

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Antes de esta pequeña película, curiosa y de especial atmósfera, el director Toni Bestard hizo un largometraje entre naturalista y surrealista titulado «El perfecto desconocido» y un documental apasionado, exclamativo, «I am your father», sobre la figura de David Prowse, el actor que estaba tras la máscara de Darth Vader en «La Guerra de las Galaxias». Nada que ver entre ellas y aún mucho menos con esta de ahora titulada «Pullman», cuya inspiración, hálito, atmósfera e intención parecen íntimamente conectadas con «The Florida Project», la obra de Sean Baker que hace unos años reunió de modo sorprendente el mundo infantil con el puro cine independiente americano.

La peripecia de dos niños en su ojeada al mundo en una zona turística de Mallorca en esa época de pretemporada que anuncia el comienzo del verano. Daren y Nadia viven en los apartamentos Pullman, unas moles vecinales que son un conglomerado de personajes, razas y culturas. Toni Bestard hace un apunte de la difícil situación familiar de esos niños y el guion les abre una puerta a la aventura, al viaje, a la mirada…, todo ello diminuto, filmado a volapié y siempre atento a la acción-reacción de esos dos niños, interpretados por Keba Diedhou y Alba Bonnin en el tono exacto de lo no profesional pero si muy elocuente y emotivo. «Pullman» llega justo hasta donde va, que no es más allá de un apunte del paisaje del fin de la infancia.

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