Crítica de 'L'inmensittà': Penélope, Loren, Magnani…, madres paralelas
A pesar de los conflictos, el tono de la película es amable, suave, y lo impone el estado de ánimo de la actriz española, siempre gran madre en la pantalla
La fuerza y el aura de Penélope Cruz es la única baza con la que cuenta el director Emanuele Crialese para narrar este drama familiar sin otro rumbo aparente que el de hacer una descripción (tal vez con materiales autobiográficos) de Roma en los años setenta y las relaciones de una madre con sus pequeños hijos y con un marido sin interés, ni por ella ni para el espectador, un tipo desagradable y zopenco. El trabajo de Crialese se inclina más al regodeo estético, ‘mira qué bien filmo’, que ha profundizar y conmocionar con los asuntos que apunta y la personalidad deslavazada tanto de Penélope Cruz como de su hija mayor, 12 años, que no quiere ser mujer, sino hombre, tal vez por una disforia de género o tal vez porque ve el desamparo de su madre y las desventajas sociales de ser mujer.
A pesar de los conflictos, el tono de la película es amable, suave, y lo impone el estado de ánimo de Penélope Cruz, siempre gran madre en la pantalla y aquí en un cruce entusiasta entre Sophia Loren, Ana Magnani y Raffaella Carrá, y con una actitud positiva y de juego ante los ojos de sus hijos, en especial de Adriana, la mayor y más revuelta por la situación familiar, que es, además, uno de los puntos de vista principales de la historia.
Ficha completa
Penélope Cruz
La incertidumbre de esa mujer ante el vacío de su matrimonio tiene el reflejo en la incertidumbre de su hija, que viste y se comporta como un chaval, y la incertidumbre social de una ciudad en la que está desapareciendo modos de vida (el campamento gitano pegado a la barriada) por el avance del desarrollismo. Todos grandes temas, ya muy tratados, y de los que solo se recordará la entrega de la ‘mamma’ Penélope.
