Crítica de 'Culpa': Violación y viacrucis

Tal vez la única objeción de esta película sea la incertidumbre sobre lo que realmente quiere contarte, junto a los furiosos momentos de suplicio físico y variedad de trastornos que la cámara opta por no perderse (y mostrarlos) del calvario de la protagonista

Manuela Vellés protagoniza 'Culpa'
Oti Rodríguez Marchante

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El título introduce un pequeño desconcierto en la historia, que es la de una mujer violada por alguien cercano y la necesidad de alejarse, ocultarse y perder el contacto con su mundo hasta entonces, novio, familia, amigos… Tal vez en su enorme trauma se 'deje notar' alguna traza de culpa, pero son más evidentes –y comprensibles– en el personaje sentimientos de dolor, de vergüenza o de algo parecido a la descomposición.

Es una película casi familiar, dirigida por Ibon Cormezana , interpretada por Manuela Vellés y escrita y producida por ambos, que son pareja en la vida real. Un trabajo muy complejo de escritura, captación e interpretación, pues Manuela Vellés ha de transmitir todo el laberinto de confusiones en la evolución de su personaje y enfrentarse al nudo gordiano que ata la causa con sus efectos.

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Como en la anterior y reciente película de Cormezana, 'La cima', donde los personajes buscan en el aislamiento una especie de catarsis, la solución, aquí en 'La culpa', es llevarse el trauma a una cabaña aislada en la montaña, donde la puesta en escena es sencilla y natural y la interpretación de Vellés es el bramante que tensa la historia, tanto en lo psicológico como en lo físico (el rodaje coincidió con el segundo embarazo de la actriz). Y sorprendentemente, regateando cualquier expectativa del espectador, el argumento, la cámara y sobre todo la interpretación sugieren otra idea más potente que la culpa, el dolor o la expiación, y es la de la transformación, otorgándole a la historia un perfil también desconcertante, donde ni el odio, ni el desagravio, ni la reparación o venganza tienen la importancia que cualquier otra película buscaría.

Y tal vez sea ésa la única objeción de esta película, la incertidumbre sobre lo que realmente quiere contarte, junto a los furiosos momentos de suplicio físico y variedad de trastornos que la cámara opta por no perderse (y mostrarlos) del calvario de la protagonista.

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