Crítica de 'Nosotros no nos mataremos con pistolas': Peligro: reunión de viejos amigos treintañeros
Un índice completo de las manías, frustraciones, apetitos, ambiciones, trastornos y remordimientos del ser humano
Casi tanto juego como la cocina o la maternidad le ofrecen a los guionistas los treintañeros, que reunidos en una historia de película suelen darlo todo, un índice completo de las manías, frustraciones, apetitos, ambiciones, trastornos y remordimientos del ser humano. Y si esos treintañeros son viejos amigos , nunca faltará ese hecho luctuoso en su pasado que tanto los une como los separa. La obra (teatral) de Víctor Sánchez Rodríguez , adaptada por él mismo y por Antonio Escámez , resulta una película luminosa, mediterránea, a pesar de la oscuridad que encierran sus personajes, reunidos alrededor de una impresentable paella y en ese pueblo que todos han abandonado. María Ripoll la pone en escena y con un tono que bascula entre la comedia y la tragedia (el suicidio tiempo atrás de una amiga es la piedra en el riñón que no acaban de expulsar) surge la noria de las relaciones, los reproches y eso tan temible que es 'la verdad'.
Ficha completa
Nosotros no nos mataremos con pistolas
El trabajo de Ripoll es práctico y no le añade malicia ni ondulaciones al relato, y la cámara delata rápido a los personajes; hay claridad argumental y un cierto acomodo a los clichés sexuales, laborales y emocionales, un poco en el estilo nostálgico del sexo, drogas y rockandroll, con giros absolutamente previsibles y probablemente comprensibles. Los actores están en la edad, entienden lo que cuentan, se lo creen y hasta nos lo hacen creer. Al frente del reparto está Ingrid García Jonsson y ese punto alegre que le da al plano, pero Elena Martín, Lorena López, Joe Manjón y todos los demás colaboran a que todo, menos la paella, salga bien.
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