Crítica de 'Ninjababy': El atrofiado sentimiento maternal
La directora noruega Yngvild Sve Flikke realiza un trabajo muy creativo y organiza su puesta en escena tanto fuera como dentro de la cabeza de su personaje, una joven que se queda embarazada
Otro nombre que habrá que aprenderse, el de Yngvild Sve Flikke, la directora noruega que presenta esta película absolutamente excepcional a pesar de que juegue con lo vulgar y ordinario de su argumento y lenguaje. Trata sobre una joven que vive fuera de cualquier norma, que dibuja sus pensamientos, que vive y habla sin el menor escrúpulo y que recuerda, en cierto modo, a ese personaje insolente y encantador que interpretaba Renate Reinsve en 'La peor persona del mundo», la reciente película de Joachim Trier. Y lo más importante, que se queda embarazada sin enterarse, ni cuándo ni de quién, lo que supone el gran conflicto personal, moral y social del descocado personaje, al que la película (su guionista y directora) le proporciona un gran surtido de sentimientos y maniobras para que destroce por completo cualquier tópico, cliché o valores asociados con su situación de futura madre.
Ficha completa
Ninjababy
Formalmente, Yngvild Sve Flikke realiza un trabajo muy creativo y organiza su puesta en escena tanto fuera como dentro de la cabeza de su personaje, y mezcla ideas, dibujos y 'sketch' con mucho sentido del humor y de la impudicia. La relación de la joven Rakel con su propio feto, dibujado y colado en el plano y en la trama, es no solo divertido sino también conmovedor, dentro de la aspereza general y en los líquidos corrosivos en los que está disuelta la historia. Igualmente es demoledora la situación de la protagonista con sus 'parejas', el amoroso profesor de aikido y el asombroso supuesto padre del bebé, un irresponsable gualtrapa al que apodan 'Jesús el de las pollas' (¿?); demoledora, pero tratada con un insólito frescor y una rarísima emotividad.
La actriz Kristine Kujath Thorp se viste de su personaje con toda la comicidad del mundo y con un dramatismo a la misma altura, y lo adorna con una sinceridad y una amoralidad que resulta reveladora de nuestro tiempo y nuestro mundo.
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