Crítica de 'La consagración de la primavera': Sexo como necesidad, experimento y ayuda

Fernando Franco maneja muy bien lo escabroso de las situaciones, y lo traslada sutilmente de lo meramente físico a lo psicológico

Valeria Sorolla y Telmo Irureta en la cama David Herranz
Oti Rodríguez Marchante

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No siempre ocurre, pero en esta película, sí: en su título lleva encubierta la clave de la historia que va a contar y los estímulos difíciles de descifrar (comprender) en el comportamiento de su personaje protagonista, una joven que llega a Madrid, ingenua e insegura, para estudiar la carrera de Químicas. Pura época de floración y de despertar a la naturaleza . Fernando Franco , el director, suele poner a los personajes de su cine entre unos barrotes de asfixia y en un cubículo en el que no cabe ni un gramo de felicidad, títulos como ‘La herida’ o ‘Vivir’ que te dejan cuerpo de uva pasa. En ‘La consagración…’, que no es una película descargada de desgracia, el director se exprime más en buscarle el atractivo a los principios que a los finales .

El atractivo comienzo de su joven protagonista cuando conoce casualmente a David, joven como ella y que padece una parálisis cerebral que lo tiene inmovilizado en su cama . Este encuentro le permite a la historia enfocar a los personajes, los conflictos y los ‘asuntos’, y tal vez sea ya el momento de hablar de las impresionantes interpretaciones de ella, Valeria Sorolla , y de él, Telmo Irureta. Valeria Sorolla, una cara nueva en el cine y con una textura fabulosa para la papiroflexia, para construir, mediante dobleces, todo tipo de sentimientos, sugerencias e inquietudes escabrosas. Y Telmo Irureta se entrega con profundidad y simpatía a un personaje íntimamente unido a él (padece exactamente el mismo trastorno que el David de la historia).

Ficha completa

Fernando Franco (I)

El argumento se enfoca rápido en lo íntimo, en las necesidades sexuales de David y en la consagración primaveral de una joven también con urgencias y con necesidad por descubrirse, y la relación entre ellos entra en el terreno complejo de los servicios de asistencia sexual . Fernando Franco maneja muy bien lo escabroso de las situaciones, y lo traslada sutilmente de lo meramente físico a lo psicológico , un camino para el que es esencial el sutil trabajo de Emma Suárez, que interpreta a una madre volcada, atenta y muy receptiva al crujir emocional de su hijo.

La pericia de la película está en mantener arriba el atractivo de sus personajes, y la intriga, cálculo e indefinición de sus intenciones y comportamientos, y el director y los actores saben jugar con precisión esa apuesta por lo impreciso, especialmente Valeria Sorolla, esa joven virginal, inexplicable, que estudia Químicas y que muestra su interés por explicarse mediante el experimento, el ensayo, la búsqueda de una fórmula para consagrar su primavera. La cantidad de sensaciones, perturbaciones y presentimientos que produce la película es enorme; hay amargura y oscuridad en ella, pero, raro en Fernando Franco, prevalece la luminosidad.

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