GANADOR. Alonso alza el brazo izquierdo en señal de victoria. / EFE
FÓRMULA UNO GRAN PREMIO DE CANADÁ

Cinco de cinco para Alonso

El campeón del mundo conquista su quinta 'pole' consecutiva con Fisichella en doblete para Renault; Schumacher saldrá en tercera línea

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No hay circuito envenenado ni neumático sin agarre ni reglaje mal ejecutado que no se adapte a la apabullante sesión primavera-verano de Fernando Alonso. Todo le viene bien. Como si estuviera conectado a una torreta de alto voltaje, el campeón del mundo conquistó en la isla Notre-Dame de Montreal su quinta pole de la temporada. Cinco de cinco consecutivas, en una secuencia que le instala en la serenidad, la confianza sin límite y una hegemonía ejercida con mano de hierro.

Del análisis de Alonso se desprende la sensación que flota en la Fórmula 1. «Una calificación normal», decía sudoroso, como quien rellena un formulario. Los demás se aplican en ganar caballos, en estirar los alerones al límite del reglamento, en buscar estrategias sorprendentes, pero no hay antídoto frente a las manos y la cabeza de Fernando Alonso.

Rápido el viernes -mejor piloto de los titulares por detrás del siempre solvente Kubica- y supersónico ayer. Fue el más veloz en todas las tandas, en las dos de eliminación y en la definitiva, con los diez mejores en liza.

El español encadena una hilera de resultados por encima de sus propias expectativas. «Ha sido una contrarreloj casi perfecta. Ser primero y segundo facilita mucho las cosas», decía el asturiano con la vista puesta en la carrera de hoy.

«Nunca pensé que podría hacer cinco poles consecutivas en la F-1», sentenció.

Funciona Alonso. Y funciona Renault. El equipo de las limitaciones, del espectro inferior a Ferrari o McLaren, se concentra sin embargo en proporcionar un vehículo fiable al español. Y lo demás queda de su parte. La prueba de la competencia de los franceses es la posición de Fisichella,

segundo ayer delante de las super-marcas.

La aproximación de Raikkonen, tercero, a Fernando Alonso concentra un ingrediente que aún no es picante. El finlandés y, sobre todo, McLaren parecen lejos de la máquina infernal que atentó contra el asturiano el año pasado. Da la talla Raikkonen, en persecución desde Mónaco y luego Silverstone, pero Montoya no dice nada. Ni frío ni calor.

Decía Alonso, siempre desconfiado en un mundo de tiburones blancos, que los Ferrari podían haber frenado su velocidad el viernes de forma intencionada a través del limitador de revoluciones. Para confundir, para apretar ayer,

para jugar con la carga de la gasolina. Vaya usted a saber. Lo cierto es que la sospecha del español tenía la base del escepticismo, pero la contrarreloj mostró que Ferrari no ha adaptado los secretos de su monoplaza, la adherencia de sus Bridgestone o lo que sea al trazado canadiense.

Mientras en la bulliciosa ciudad francófona las exhibiciones de los Ferrari en las calles -en la frenética Santa Caterina, la plaza de los Artistas y demás-, concentran un entusiasmo exacerbado, el monoplaza de Schumacher no llega a la altura de Alonso. Causó una pobre impresión el viernes (decimoquinto el alemán) y aunque ayer remontó en el escalafón (quinto), las dudas se ciernen sobre los cavallinos negros.

Camino al triunfo

Alonso se encamina hacia otra victoria desde la pole en Montreal, hacia otro golpe de fanega que separe la paja del grano y sirva para empezar a echar cuentas en el ecuador del certamen. «Estoy cómodo, feliz. El coche es competitivo y hoy tenemos que acabar el trabajo», comenta. «El equipo no falla, siempre está atento. Están contentos los pilotos, los ingenieros, los trabajadores. Renault es fiable y rápido», corrobora más ancho que largo Flavio Briatore.