LLEGÓ, VIO Y MARCÓ. Fred, autor del segundo gol de la 'canarinha', perforó la portería australiana a los dos minutos de saltar al campo. / EFE
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Brasil, una sombra de sí misma

El campeón gana, pero no arranca; su juego vuelve a defraudar ante Australia, que pudo empatar

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Brasil gira la llave, pisa el acelerador, pero su coche no acaba de arrancar. Segundo partido, segunda victoria -esta vez por dos goles-, pero otra decepción en este Mundial. Visto lo de ayer, además, puede sentirse afortunada. Lo mismo que ganó pudo empatar o llevarse un disgusto mayor. Australia, una selección de una gran fortaleza física, pero rudimentaria en su juego, tuvo incluso ocasiones para igualar el partido. Cuando la ventaja era todavía mínima en el marcador, Kewell, posiblemente su jugador más técnico, falló un gol sin portero.

Ahí tuvieron los del holandés Guus Hiddink la oportunidad de haber hecho historia en este Mundial, pero el delantero del Liverpool lanzó fuera el balón que le había dejado en sus pies Dida, después de una desafortunada salida. Incluso unos minutos después el propio Kewell volvió a disponer de otro buen balón, pero volvió a golpear mal ante la salida de un portero brasileño que volvió a parecerse al que durante toda la temporada ha puesto de los nervios a la afición del Milan.

El campeón del Mundo es una silueta de sí mismo. Su primera mitad volvió a ser lamentable, al igual que la que firmó en su debut ante Croacia. No tiene juego. Su dibujo táctico no funciona. Le falta al menos un centrocampista creativo que se asocie a Kaká, que sin duda volvió a ser el mejor del equipo. Es el único que lo intenta, que busca el balón cerca de Emerson y Zé Roberto para tratar de llevárselo a los tres de arriba. Si Ronaldo volvió a demostrar que no está para ju-gar, de Ronaldinho no se tienen mejores noticias. Descolocado, el jugador del Barça no entra en danza y está más pendiente del entorno que del partido.

Brasil se fue al descanso sin hilvanar un par de jugadas medianamente seguidas. Un remate de Kaká y punto. Hiddink, que ha ordenado y dado un sentido táctico a esta seleción australiana, como ya lo hizo antes con Corea del Sur, se dio cuenta de que el partido estaba para torearlo y al principio de la segunda parte colocó a Kewell cerca de Viduka. Con lo que no contaba el técnico holandés es que su jugador se pusiera las botas al revés y fallara un par de ocasiones de las buenas. Una de ellas fue clamorosa.

Mal en defensa

Quien no falló fue el ariete del Inter Adriano al poco de ponerse de nuevo el balón en juego. Caracoleo de Ronaldo al borde del área y pase al interista, que se acomodó el balón en su pierna buena y superó a Schwarzer. Ni siquiera con ese tanto espabilaron los brasileños. Al revés. A peor. La selección de Australia fue muy osada y a punto estuvo de sacar provecho de su valentía, pero sus limitaciones técnicas y de remate se lo impidieron.

Mal el concepto defensivo de los de Parreira. Un rival como el que ayer estaba enfrente no le puede crear cuatro claras oportunidades en 45 minutos. Hiddink metió más madera con el alavesista Aloisi y entre el ex osasunista y Viduka complicaron la vida a Lucio y Juan. Tuvo que recurrir el seleccionador 'canarinho' al banquillo para corregir algunas posiciones y conceder cierto orden a su equipo. Además del cambio cantado de Robinho por un agotado Ronaldo, Gilberto Silva entró para intentar hacer lo que Emerson ya no podía: frenar las acometidas australianas.

Robinho, como ante Croacia, volvió a revitalizar a los suyos con un par de accciones rápidas. Tres remates en cinco minutos y Brasil que respiraba y al menos respondía a los intentos rivales. En una contra final, con Australia volcada, Fred, que acababa de salir, se encontró un balón rechazado por el poste a remate de Cafú y marcó el segundo. Su equipo no se lo merecía, pero ya está en octavos y avanza casi por tradición a la siguiente fase. Habrá que ver si sus principales futbolistas llegan en buena forma a los cruces decisivos.