PREOCUPACIÓN. Los brasileños sospechan de la existencia de una conspiración para que no ganen en Alemania. / REUTERS
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Brasil ve una conspiración

En el país sudamericano creen que existe una trama para evitar que la 'canarinha' logre su sexto título mundial

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Nada más concluir la Copa del Mundo de 2002, el coordinador de Brasil, el sempiterno entrenador Mario Zagallo, anunció la intención de la FIFA de entorpecer el camino de los pentacampeones mundiales hacia su sexto título universal. Como argumentó para semejante aseveración utilizó la obligación, por primera vez en la historia del torneo, de que Brasil, como vencedor del Mundial, debiera disputar las eliminatorias para acceder a esta edición de la competición.

Con esta tesis, se inició la teoría de la conspiración del fútbol más poderoso del planeta, es decir, el europeo, para que la selección canarinha no fuera capaz de repetir el hecho histórico de conseguir un título mundial fuera de su continente. De hecho, ya lo hicieron en Europa (Suecia) en 1958 y en Asia (Japón y Corea del Sur) en 2002, lo que a ojos de los numerosos defensores de esta alienación de los preceptos del fútbol es poco menos que intolerable para los no pocos antagonistas de Brasil.

El actual seleccionador brasileño, Carlos Alberto Parreira, alimentó las sospechas cuando, en una de sus últimas ruedas de prensa, recordó que era posible que las selecciones del viejo continente no soportaran una nueva humillación de tal calibre, por lo que rogaba a sus jugadores que estuvieran especialmente atentos durante los partidos de la Copa de Mundo de Alemania 2006, para no verse sorprendidos bajo ningún concepto.

Hasta el día de hoy, han sido ya numerosas las columnas de opinión en los medios del país sudamericano las que han hecho referencia a esta dolorosa eventualidad y han prevenido al pueblo brasileño de que lo más razonable sería una eliminación prematura por cuestiones meramente extradeportivas.

Pero el periodismo brasileño fue más allá al preguntar a Carlos Alberto Parreira por la posibilidad de que los árbitros favorecieran a Alemania, dado que los organizadores ya ganaron su torneo en 1974. Ante la magnitud de semejante cuestión, Mario Zagallo, que acompañaba al seleccionador en la sala de prensa, sacó al instante una figurita de San Antonio y comenzó a darle besos afirmando que ése era el principal factor que Brasil tenía a su favor, presuntamente abandonado por la justicia arbitral en la competición, una vez asumida la alteración de los resultados en contra.

Aunque son pocos, a los descreídos brasileños siempre les quedará una alternativa a la inusitada devoción del profesor por el santo: la magia de Ronaldinho, los goles de Ronaldo y la eficacia de Kaká, valores tan seguros como los fenómenos paranormales o milagrosos para conseguir una Copa del Mundo frente al contubernio global contra el combinado de jugadores que Brasil ha llevado a tierras alemanas.