mundial alemania '06

España inicia un camino incierto

Con un equipo joven, imprevisible y obligado a dar profundidad a su juego de toque, la selección debuta ante Ucrania

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Última de las selecciones de alto rango en salir a escena, España debuta hoy en el Mundial de Alemania entre signos de interrogación. La cita es en Leipzig, la vieja ciudad sajona, ante la Ucrania de Blokhin y Shevchenko. Un rival complicado, a pesar de ser primerizo en el torneo. Hay ilusión en el ambiente, desde luego, pero predomina lo que podría considerarse un sano escepticismo, producto de viejos escarmientos que ya han hecho poso en la memoria de los aficionados. ¿Y esta vez?, se pregunta la gente. Lo cierto es que no se sabe bien que dará de sí este equipo que Luis Aragonés ha armado con paciencia y desvelos, un bloque tierno e impredecible al que se le adivinan virtudes evidentes y varios defectos cuya importancia se verá con el paso de los días y el discurrir de los partidos.

El dato de los veintidós encuentros que la selección lleva invicta con el sabio de Hortaleza en su banquillo no debe llevar a engaño. Tampoco puede desdeñarse, pero conviene relativizarlo para no confundirse y levantar demasiados castillos en el aire. Y es que un Mundial es otra cosa. Es la competición en su máximo grado de exigencia. Aquí no valen las disculpas, no se permiten los fallos y queda retratada sin piedad la fibra y textura de los equipos, su verdadera consistencia en los momentos decisivos. Aquí se juega con el espíritu y con la historia. Palabras mayores.

La selección llega a este primer partido sin dudas en el equipo titular, lo que se agradece tras varios de días de calurosa concentración en Kamen. Luis Aragonés, que sólo mantiene al centurión Puyol de la que fuera su primera alineación con España hace dos años, ha estado tres semanas tocando todas las teclas posibles y, hasta la semana pasada, una vez concluído el partido amistoso ante Croacia, no terminó de decidirse sobre dos cuestiones fundamentales: el concurso de Raúl y la identidad del mediocentro, del hombre sobre el que pivotará el juego de España.

El sabio de Hortaleza ha acabado rindiéndose a la evidencia respecto al delantero madridista. Se ha devanado los sesos y ha hecho todo lo posible por encontrarle un hueco en el once titular, ya sea de media punta o de segundo delantero, y seguro que se ha llevado un disgusto prescindiendo de un jugador al que admira y cuyo compromiso en el campo siempre ha sido ejemplar.

Pero lo cierto es que, hoy por hoy, perdida la chispa de sus mejores días y recién salido de una grave lesión, el impacto de Raúl en la selección española tiene más que ver con su ascendente moral sobre el grupo que con otras consideraciones.

La impresión es que el capitán de 'la roja' tendrá un papel secundario en este Mundial y que sólo una derrota ante Ucrania, con la revolera mediática que produciría, podría cambiar el criterio del seleccionador, que ayer mismo reconoció que no ve al madridista en condiciones de jugar noventa minutos.

Asunción de riesgos

La segunda gran decisión de Luis Aragonés ha sido la titularidad de Xabi Alonso en detrimento de David Albelda. Tampoco ha sido una decisión fácil para el técnico madrileño, aunque en este caso no por una cuestión sentimental sino puramente táctica, de asunción de riesgos. Se diga lo que se diga, hay una diferencia evidente entre que juegue el centrocampista del Liverpool o lo haga el valencianista. Una diferencia que se refiere, claro está, a la posesión del balón y a la correcta higiene del toque; la gran baza de España en este Mundial. A diferencia de Albelda, un percherón, Xabi Alonso sabe dar bien la primera nota, lo que resulta vital en un equipo que ha decidido tirar por el camino de la sinfonía.

Lo cierto es que Luis Aragonés ha apostado muy fuerte vendiendo su alma a un once inédito de peloteros y confiando todo el frente de ataque a tres jugadores (Luis García,Villa y Torres) que son una moneda al aire. Quizás sea la única apuesta posible para esta selección, pero entraña sus riesgos. Y es que el juego de toque acostumbra a tener poco término medio. O te enamora con su grandeza o te hace salir corriendo con su retórica vacía. El gran peligro es de sobra conocido: tocar y tocar y acabar mareando la perdiz, como decía Xabi Alonso. En este sentido, las posibilidades de España dependerán siempre de su grado de verticalidad, de la profundidad que los jugadores consigan dar a su fútbol. Contra Ucrania, que saldrá con su once habitual, conviene ser cauto. Hablamos de una selección compensada y veloz a la que guía con mano de hierro Oleg Blokhin, el primer gran mito del fútbol ucraniano. El que fuera extraordinario delantero del Dinamo de Kiev se ha revelado como un técnico ceñudo, autoritario y de un espíritu marcial tan recio que casi resulta paródico. Le gusta citar a Napoleón y en su equipo no deja que se mueva ni una mosca con la excepción de Shevchenko, que como gran estrella que es va a su aire.

El nuevo jugador del Chelsea lleva unas semanas recuperándose de una lesión de rodilla, pero ya está listo y, aunque Blokhin no quiso confirmarlo, jugará ante España. Su selección le necesita como puntillero y como factor disuasorio, aunque es cierto que ha sido capaz de ganar sin él.

Se espera un partido tenso, con la fiebre alta habitual de los debuts. Por la hora a la que comienza el encuentro, se puede dar por seguro el calor y un césped seco en el Zentralstadion de Leipzig, donde se espera la llegada de unos 15.000 aficionados españoles y ya se ha confirmado la presencia de los Príncipes de Asturias. Luis Aragonés no piensa en otro resultado que en la victoria. «Sólo me vale ganar, ganar o volver a ganar», reconoció tras la última sesión preparatoria. De eso se trata, efectivamente.