Dominique de Villepin. / AP
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Villepin pierde el apoyo de los centristas pese a superar la censura de los socialistas

El primer ministro francés sufre el desaire de un importante número de diputados allegados a Nicolas Sarkozy

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El primer ministro francés, Dominique de Villepin, superó ayer la moción de censura presentada por la oposición socialista a raíz del 'escándalo Clearstream' gracias a la mayoría absoluta de la conservadora y gobernante UMP. Pero perdió el apoyo de buena parte de la treintena de sus aliados centristas, que se pasaron al campo de la izquierda, y sufrió el desaire de un significativo grupo de diputados allegados a su rival interno y 'número dos' del Gobierno, Nicolas Sarkozy, que no participaron. Traducida en cifras, la iniciativa socialista cosechó 190 votos, muy lejos de los 289 necesarios para prosperar. Pero en el hemiciclo apenas estuvieron presentes dos centenares de los 364 diputados conservadores.

«Estamos ante un asunto de Estado porque los servicios secretos han sido utilizados con fines políticos y porque el propio Estado ha sido tomado como rehén por clanes del poder para saciar rivalidades personales», afirmó el líder socialista, François Hollande, en defensa de su tercera moción de censura a Villepan en apenas un año de mandato. A su juicio, la crisis política, institucional y moral provocada por el montaje de espionaje y falsas acusaciones a personalidades políticas y empresariales es «una de las más graves de la V República», fundada en 1958 por el general Charles de Gaulle.

El debate se caldeó con la intervención del democristiano François Bayrou, presidente de la centrista UDF, que, por primera vez desde la creación en 1978 de esta formación, antaño liderada por Giscard d'Estaing, apoyó una censura de la izquierda. Entre los abucheos y gritos de «traidor» proferidos desde los escaños conservadores, el tránsfuga apeló al «deber de intervenir cuando el desmoronamiento alcanza un nivel intolerable» mientras la izquierda asistía impasible al cisma en la mayoría gubernamental.

Cercado

Cercado entre dos fuegos, Villepin acusó a los socialistas de dar pábulo a las acusaciones que le imputan una conspiración contra Sarkozy y reprochó a Bayrou la elección de «un campo que no es el suyo». «No lo olvide nunca, señor Hollande: la calumnia alimenta la calumnia. El rumor es una bestia que no se sacia jamás», pregonó mientras los escaños conservadores mostraban llamativos huecos.

El primer ministro, que descartó una vez más toda idea de dimisión o elecciones anticipadas, aseguró que «nada desviará al Gobierno de su tarea». Con ademán teatral, citó uno por uno a todos los miembros de su Gabinete, incluido Sarkozy, sentado en el banco del Gobierno.