EL PASADO. El río a su paso por Sevilla a finales del XIX. / LA VOZ
ANDALUCÍA

El rey de Andalucía

Tartessos, fenicios, romanos, árabes y cristianos escribieron su historia a orillas del río Guadalquivir

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No es una exageración de Chaves. Lo escribió Luis de Góngora siglos ha: «¿Oh gran río, gran rey de Andalucía!». El poeta cordobés también se dejó llevar por la corriente mítica que desde tiempos prehistóricos arrastra este río por las civilizaciones o culturas que han poblado el territorio andaluz asentándose junto a su lecho. No es casual que dos de las más importantes ciudades andaluzas, Córdoba y Sevilla, orillen su ribera.Gran parte de la historia de Andalucía navega por su cauce. Culturas como la de los fenicios, los íberos o la de Tartessos están vinculadas al curso del río Guadalquivir del mismo modo que las que han dejado más testimonios de su paso: romanos, árabes y cristianos.

No sólo los más importantes hitos arquitectónicos reflejados en sus aguas son musulmanes -la Torre del Oro en Sevilla y la mezquita de Córdoba- sino su propio nombre. Guadalquivir procede del árabe wadi al Kabir, que significa río grande. Es el que ha perdurado, pero no el único. Cada civilización lo bautizó con uno distinto. El general espartano Puasianias se refirió al río cinco siglos antes de nuestra era con el nombre de Tartessos. Luego los griegos y los romanos lo llamaron Betis. Con este nombre, Baetis lo reconoció el geógrafo e historiador griego Estrabón, uno de los más afamados de la época romana, en el siglo anterior a Jesús.

Fuente de inspiración inacabable para la literatura y la tradición popular, el río más largo y caudaloso de Andalucía ha sido testigo de la Córdoba califal del mismo modo que siguiendo el curso de los siglos y de su propio devenir geográfico lo fue de la Sevilla colonial. Navegable hasta Córdoba al menos en la época romana, lo es todavía hasta Sevilla. Puerto de entrada y salida de galeones y barcos que desde la conquista de las Indias recibiría el oro de las américas hasta que en el siglo XVIII Cádiz tomara el relevo. Esta gloriosa etapa, la de su tráfico fluvial camino o de regreso de las américas, justificaría su gran paradoja. Ya que siendo el río por el penetraron al sur de España todas las culturas mediterráneas, siendo el más mediterráneo de los ríos del sur de Europa, va a morir al Atlántico.

Desde que nace en la Cañada de las Fuentes en la sierra de Cazorla, a 1.350 metros de altitud, dentro del municipio de Quesada (Jaén), hasta que desemboca en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz) el Guadalquivir repasa casi toda la geografía andaluza. Su curso transita por cinco de sus provincias , pero alcanza a todas las demás a través de los numerosos afluentes que la abastecen. Desde el Guadiana menor que nace en la sierra de Vélez Blanco (Almería) hasta el Genil de Granada que bordea el norte de Málaga.

El río Guadalquivir «entre naranjos y olivos» (García Lorca) riega también los cereales y los arroces y el algodón de las campiñas andaluzas y se desparrama en marisma al llegar a Doñana, donde también fluye su historia.