EN EL MAR. Juan Carlos conjuga su amor por el mar con el deporte que más éxitos le ha proporcionado en su carrera deportiva.
Polideportivo

El señor de los elementos

Juan Carlos Ferre, tercero recientemente en el Campeonato de España de esquí, es todo un ejemplo de deportista y también ha logrado alcanzar la cima en la vela y el buceo

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Dice el refrán que más hace el que quiere que el que puede y que no existen más barreras que las que nosotros mismos nos imponemos o las que nos imponen. Si se echa un somero vistazo al currículum deportivo de Juan Carlos Ferre Valls, pronto se da uno cuenta de que en su caso, el dicho es más cierto que nunca.

Su discapacidad física nunca le ha impedido ser uno de los mejores deportistas de la provincia. Puede decirse que en esquí, la disciplina que le resulta más atractiva, lo ha ganado prácticamente todo.

La enésima subida al podio que ha protagonizado y la más reciente se produjo en los Campeonatos de España de esquí 2006, en los que se colgó el bronce en el Slalom y otra presea del mismo color en la modalidad combinada, Super Gigante y Slalom.

Le resulta difícil ocultar su alegría al recordar el éxito logrado. Al respecto, este alicantino de nacimiento pero roteño de adopción señala que «para mí ha sido una de los mejores éxitos, ya que iba con pocas esperanzas porque tengo ya 40 años y compito con gente 20 años más joven que yo, además de que en Cádiz tenemos la dificultad de que no hay nieve y entrenar se hace mucho más complicado».

Y es que son ya un total de 17 medallas en citas nacionales y copas internacionales desde que en 1991 diera un golpe sobre la mesa y se colgara el oro en el Gigante y el Super Gigante.

Fuera de nuestras fronteras, Juan Carlos ha llegado a ser cuarto en Gigante en el Campeonato de Francia disputado en 1990 y a conquistar cuatro medallas en la V Copa Internacional de los Pirineos en 1995, entre otras participaciones destacables.

Un futuro en la vela

Juan Carlos es consciente de que los años no pasan en valde, y que el esquí es un deporte en el que la fuerza física cobra un papel importante.

Es por ello que sabe que, tarde o temprano, la vela será su nuevo paraíso para seguir cosechando triunfos.

Aunque esta disciplina no le va a coger de nuevo, ya que representó a España en el Mundial de 1999 al ser el segundo mejor nacional y estuvo muy cerca de clasificarse para las Olimpiadas de Sydney. «Quedamos en el puesto 17 de los 25 países participantes en clase Sonar de tres tripulantes, prueba que ganaron los alemanes. A las Olimpiadas solo acudían los 15 primeros clasificados, es decir; por dos puestos no nos clasificamos».

Juan Carlos sabe que todavía le queda mucho por vivir en el mar, donde «la edad no importa demasiado», y se lamenta de que «si todo hubiera estado preparado desde antes, seguramente habríamos conseguido algo más. El barco que usamos nos lo dieron, y las velas estaban gastadas. Además, el único que tenía conocimientos era yo, y los demás hacían lo que yo les decía».

Paradojas de la vida

A veces la vida recompensa en parcelas en las que no se ha empleado mucho esfuerzo para conseguirlo. Eso piensa Juan Carlos respecto de su reconocimiento como mejor deportista del año en Cádiz en 1997, en la modalidad de buceo.

«El buceo siempre ha sido una afición para mí, pero nunca he competido, por eso parece algo paradójico que me reconozcan precisamente por ello, pero yo estoy muy contento», reconoce este gigante, que no esconde que la mayor de las satisfacciones que ha recibido en toda su vida es la de ser todo un ejemplo para su hijo, que apenas tiene seis años. «Es muy pequeño pero ya se entusiasma cuando consigo alguna medalla o con los recortes de la prensa, y se las lleva al colegio para enseñárselas a sus compis. Para mí eso es lo mejor».