PAN Y CIRCO

El tulipán holandés

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Si yo fuese seguidor del Barcelona seguramente ahora estaría dando saltos de alegría por el logro conseguido por mi equipo y por los que presumiblemente están por venir. Pero no es el caso. Si yo fuese admirador de Víctor Valdés me sentiría identificado con sus palabras cuando ha afirmado que «parece que no se ha dado suficiente valor a la Liga que hemos ganado». Y tiene razón. Lo que ocurre es que el guardameta azulgrana tampoco es santo de mi devoción.

Pero lo que es innegable e irrefutable es que los de la Ciudad Condal están en un momento dulce y que hay un feeling especial entre Holanda y el Fútbol Club Barcelona. Una de sus mejores épocas coincidió con la llegada como jugador de Johann Cruyff. Ahí está el mítico 0-5 en el Bernabéu para comprobarlo. Pero, quizás, sus mayores logros los consiguió como entrenador. Pese a los caprichos iniciales (poner a un desconocido Lucendo de lateral derecho contra el Valladolid) o los caprichos finales (empeñarse en demostrarnos que Busquets era algo más que un portero de futbolín), lo único cierto es que fue el entrenador de la Copa de Europa en Wembley y eso nadie lo va a olvidar. Su marcha dejó un vacío importante y sólo la llegada deVan Gaal devolvió prestigio a la entidad con otros dos campeonatos nacionales, pese a que se le tachara de antipático y desagradable con la prensa, aunque también es verdad que no había sido contratado para contar chistes. La última perla llegada desde ese rincón de Europa es Rijkaard y su trayectoria ha sido muy similar a la de sus compatriotas. Cuestionado al principio enderezó el rumbo en su primer año gracias en gran parte a otro tulipán, Edgard Davis y a la eclosión del canterano Oleguer. Ahora el que se hiciera famoso por el escupitajo a Woeller está a punto de ser historia.

Y es que algo tienen que tener los Países Bajos. Habrá que descubrirlo.