Cartas

La Constitución del Oratorio

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Durante el mes de marzo han aparecido, en diversos periódicos, artículos, cartas, columnas, opiniones personales de distintos políticos, periodistas, historiadores, con referencia a la celebración, en 2012, del segundo centenario de la Constitución de Cádiz y la posibilidad, conveniencia, o incluso necesidad de desacralizar el Oratorio de San Felipe Neri -donde se reunieron los diputados doceañistas- y así «convertir ese recinto constitucional en un templo laico de los valores ciudadanos, un recinto sagrado de la convivencia, la ciudadanía y la democracia».

Yo quisiera recordar el preámbulo de la Constitución de Cádiz de 1812, gestada en el Oratorio de San Felipe Neri: «En el nombre de Dios todopoderoso, Padre, Hijo y Espíritu Santo, autor y supremo legislador de la sociedad»...

Es conocido cómo surge la necesidad de trasladar las Cortes desde el Teatro de la Isla de León al templo de los filipenses, al Oratorio de San Felipe Neri. Y Ramón Solís en El Cádiz de las Cortes nos recuerda cómo algunos diputados eran partidarios de que el santo sacrificio se celebrase en una capilla cercana y «así la irreverencia sería menor»... Finalmente prevalece otra solución: «Más vinculada a las Cortes estará la misa si se dice en el mismo local, antes de empezar las sesiones». Y así se hace.

En el Oratorio de los Filipenses, sin necesidad de desacralizar el templo, se reunieron, discutieron los diputados «españoles de ambos hemisferios», clérigos y laicos, liberales y serviles, creyentes cristianos y ateos, inquisidores y francmasones, para, entre todos, «decretar la siguiente Constitución política para el buen gobierno y recta administración del Estado».

Existe ahora, según parece, con vistas a la celebración del Bicentenario de La Pepa, un ambicioso proyecto de convertir el Oratorio, el Colegio Público y el Museo Histórico de las Cortes, edificios anexos, en un centro de referencia de valores cívicos y de estudios constitucionales con proyección internacional.

Todo muy bien, aunque la Junta de Andalucía tendrá que informar al pueblo de Cádiz, a su Ayuntamiento, sobre las posibilidades de enajenación o venta de esos inmuebles.

También el pueblo de Dios, la iglesia de Cádiz, toda, jerarquía y fieles, clérigos y laicos, debiera opinar sobre la conveniencia o necesidad de que un templo, anterior a 1812, y no desacralizado en aquellas sesiones de los diputados, tenga que serlo doscientos años después.

Creo que estamos ante un caso, uno más, de ejercicio de desmemoria histórica y de amnesia provocada y manipulada de un hecho histórico acontecido, hace doscientos años, bajo la bóveda elíptica, templo cristiano, Oratorio de San Felipe Neri de Cádiz.

Lo que sí me extraña, y mucho, es que sean escasas las voces que se opongan a «vender la primogenitura por un plato de lentejas»...

Me extrañan, y mucho, los silencios.

El silencio de los corderos.

Y el de los pastores.

Luis J. Suárez Álvarez. Clérigo gaditano