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Una pareja gaditana se separó ante notario para obtener una plaza

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Las estratagemas para conseguir una plaza en un colegio rozan, en ocasiones, lo surrealista. Un ejemplo es el de un matrimonio gaditano que llegó a separarse para que admitiesen a su hijo en un colegio de la capital. La mujer se marchó del hogar y se fue a vivir con una amiga llevándose consigo al vástago de la pareja, otrora felizmente casada. La señora llegó a acudir a un notario para que certificase su estado de madre soltera, sin piso propio, con un hijo a su cargo y con una exigüa pensión del hombre del que se acaba de separar. El notario le insistió en que estaba cometiendo un error, que debía pedir más dinero de pensión y que le correspondía la vivienda. Ella lo rechazó e insistió en que se agilizaran los trámites. Llegó la hora de matricular al niño y la mujer recibió bonificaciones tanto por tener hogar monoparental, como por el lugar de residencia -su acogedora amiga vivía en las cercanías del centro- como por los ingresos.

El niño fue admitido en el centro. Poco después, el amor triunfa y la antes triste mujer vuelve a los brazos de su marido, arrepentido de todo menos de haber participado en una farsa que ha dado como resultado la escolarización de su hijo en el centro deseado.

«Este es el caso más sorprendente con el que me he topado; la gente recurre a cualquier cosa con tal de matricular a sus hijos», comentaba un técnico de Educación. Alquilar un piso durante un par de meses y «colgar ropa mojada de su domicilio habitual» son también estratagemas comunes que se producen especialmente en las ciudades más grandes.