Cultura

La Historia ofrece el balance final en Abarzuza

El resultado confirma las previsiones: hay restos de 128 enterramientos de entre el siglo VI antes de Cristo y el siglo II

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La excavación arqueológica en los terrenos de las antiguas Bodegas Abarzuza ha concluido. Arqueogades, empresa especializada encargada de las prospecciones, ha remitido a la Delegación Provincial de Cultura el informe sobre los resultados de la primera fase de labor arqueológica en lo que fuera parte del viejo cine de verano Brunete. Tras siete meses de excavación, las conclusiones apuntan que esta zona de extramuros fue un recinto funerario fenicio. Los restos hallados se han trasladado al Museo de Cádiz, ya que no será necesaria su conservación in situ.

Los hallazgos pertenecen a cuatro fases históricas distintas: la primera, compuesta por siete cremaciones fenicias arcaicas de finales del siglo VI a. C. ubicadas de forma dispersa, sin indicios aparentes de recinto funerario organizado. Un segundo bloque está constituido por ocho inhumaciones púnicas junto con los tres po-zos, datados en torno al siglo III a. C. En este segundo apartado se advierten ya varios síntomas de una organización espacial de ne-crópolis.

El tercer grupo pertenece a la época romana republicana, con inhumaciones en fosa simple sin cubierta. Éstos enterramientos se acercan ya a otras zonas de concentración de enterramientos im-periales. El cuarto y último apartado refleja ya todas las normas de un espacio funerario muy organizado según las tradiciones de la época, es una necrópolis en sentido estricto.

Resumen numérico

La excavación arqueológica co-menzó el 1 de septiembre del 2005 y finalizó el pasado viernes. El equipo de la excavación ha estado compuesto por el director de la intervención, Francisco José Blanco, el subdirector Isaac Legupín, los arqueólogos Ricardo Belizón y Verónica Sánchez, y la antropóloga Inmaculada López.

En total se han hallado 128 complejos estructurales funerarios. El más antiguo es un conjunto de incineraciones que probablemente se remonta a finales del siglo VI a. C., mientras que el más reciente alcanza ya las época romana imperial (principios del siglo II). Además de las tumbas, ha sido posible documentar la existencia de otras estructuras constructivas relacionadas con la necrópolis. Así, han aparecido los restos de una pileta con canalización de agua que puede datarse en torno al siglo I.

Por otro lado, aparece una es-tructura formada por una «habitación» en la que se pueden observar dos posibles entradas, las cuales conservan los huecos de los goznes de las puertas. Esta estructura ha sufrido un expolio para extracción de material constructivo. No se ha podido definir su función, ya que la estructura se pierde bajo el perfil de la Segunda Aguada, y el material cerámico de su interior es muy escaso.

En el terreno se diferencian cuatro momentos de uso como necrópolis; el más antiguo corresponde a siete incineraciones en bustum, cuyos ajuares, a falta de un análisis más exhaustivo, son de origen fenicio, entre los que destacan argollas de bronce, escarabeos y anforitas de cerámica que se pueden fechar a finales del VI a. C. Posteriormente, hay una ocupación púnica, compuesta por ocho inhumaciones con cubiertas de grandes lajas de piedras y cu-biertas de tégulas. Estos enterramientos han proporcionado como ajuar pendientes de bronce, anillos y anillos giratorios, todos de bronce, así como ungüentarios de cerámica.

De este periodo aparecen también tres pozos. Se tratan de tres pozos con brocales de mampostería de piedras trabadas con arcilla, uno de los cuales a proporcionado abundante material anfórico fechados en torno al siglo III a. C. así como hasta cuatro perros, dos de ellos completos y un gran número de cáscaras de navajas.

Por orden cronológico, los siguientes restos son enterramientos romanos del siglo II a.C. Se trata de inhumaciones en fosa simple sin cubierta. Como ajuar presentan abundantes ungüentarios fusiforme de cerámica y anillos de bronce.

En el sector Norte del solar está ubicada la mayor concentración de enterramientos. En esta zona se ha localizado numerosas inhumaciones: simples sin cubierta o enterramientos en parihuela y ataúd como indican los numerosos clavos de hierro recuperados, material cerámico y varias monedas en el interior de la sepultura.

Estas inhumaciones están fe-chadas desde mitad del siglo I hasta principios del siglo II d. C. En estos complejos estructurales fu-nerarios destaca el reaprovechamiento intensivo del terreno, llegando a superponerse los enterramientos, e incluso a cortarse entre unos y otros.

Junto a estas inhumaciones también hay huellas del otro rito funerario característico de este periodo: las incineraciones primarias (siete, frente a medio centenar de inhumaciones excavadas). Como ajuar más destacado aparecen varias lucernas, numerosos ungüentarios de vidrio, cuencos y jarritas de cerámica.

Dentro del grupo de las inhumaciones imperiales destaca un caso excepcional que se sale de lo común en los enterramientos de este periodo: la inhumación de un adulto, en fosa simple de arena castaña, sin cubierta, con una piedra ostionera sobre el lado izquierdo de la cabeza.