Modelos y formas de libertad, centran el segundo día de debate

Encontrar raíces, razones últimas o bucear en los entresijos más profundos de un término para el que hay mil significados, volvieron a ser algunos de los ejes del debate en torno a la libertad. Su significado en sociedades religiosas, su devenir por el impulso de las clases burguesas o sus retos frente a la sociedad global, estuvieron entre las cuestiones del Encuentro sobre Libertad en la Historia. Ángel López López abrió la sesión con La libertad en el Islam Clásico, un acercamiento al pasado de una de las culturas que más interés suscitó entre los asistentes. El profesor definió la «trinidad religiosa, política y cultural» de mundo árabomusulmán que alcanzó su esplendor desde los siglos VIII al XIII y definió los términos en los que se desplegaba su definición de libertad: «en lo personal supeditada al determinismo de una existencia dominada por dios», en lo religioso como «la única fe verdadera que tolera al Cristianismo y el Judaismo con severas restricciones» y en lo económico como «un ejemplo para Occidente gracias a su libertad de comercio.

Pérez hizo alguna referencia al Islam actual, fuertemente influido por su época clásica, donde «la primacía de la religión sobre la vida política es una de las causas del retraso económico y social aunque no la única». «No hay que obviar las consecuencias del colonialismo. Ninguna metrópolis tuvo interés en democratizar esos países para que siguieran siendo manejables», aseguró el experto que llamó la atención sobre «el actual neocolonialismo liberal» que continúa interfiriendo en el desarrollo de estos países.

José Marchena discurrió sobre Revolución Burguesa y libertades públicas a través de un recorrido por las principales revoluciones que reconfiguraron el mundo antiguo. «Durante los siglos XVIII y XIX las revoluciones burguesas basadas en la libertad, la igualdad y la propiedad privada dieron lugar a una nueva realidad política que transformó los estamentos del poder», aseguró el profesor que citó algunos textos como la Declaración de los Derechos del Hombre de 1789 inspiradores de las revoluciones atlánticas y de las que sacudirían Europa hasta el cénit de 1848.

Un cambio

Marchena defendió las clases medias como acicate de un cambio que encontraría dos ritmos de penetración a través del Liberalismo Doctrinario -«más pausado y moderado»- y el Liberalismo Radical -«más exaltado y popular»- y apuntó el entroncamiento paulatino con ciertas ideologías de tinte popular y solidario como el Socialismo Utópico.

El siglo XX y la defensa del ideal neoliberal «entendido como la separación de poderes, la defensa de la individualidad y de gobiernos mayoritarios limitados», fue el argumento central de Rafael Zaragoza Pelayo. La libertad en el siglo XX hizo un recorrido por «los enemigos de la libertad como los totalitarismos, la utopía revolucionaria, la deidificación del Estado o los integrismos islámicos». Realidades muy distintas en las que el profesó matizó la intervención estatal «no como una amenaza sino como una opción sujeta a debate». Defensor del modelo económico y social norteamericano frente a lo que define como «el fracaso de la socialdemocracia», Zaragoza incidió sobre todo en la desmitificación del ideal revolucionario «que puede ser cautivador pero que sacrifica la libertad».

La última intervención fue para Juan Antonio Alberca de Castro bajo el nombre de La libertad en las sociedades multiculturales, un recorrido por la evolución de la libertad religiosa en occidente y su plasmación en España por la Constitución de 1978. En opinión del experto, «nuestra sociedad ha alcanzado después de mucho esfuerzo una sociedad multicultural que tiene en su propia naturaleza el centro de los conflictos ya que en ella pueden existir individuos pertenecientes a doctrinas monoculturales que no se adaptan».Un «desafío abierto» en cuya resolución confía el especialista.