Cádiz C.F.

Dos formas de vivir el cadismo

La riada de espectadores que abandonó Carranza el sábado abre el debate entre puristas y aficionados de nuevo cuño

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¿Está bien marcharse del estadio cuando el Cádiz está siendo goleado o es necesario apoyar más que nunca al equipo en los malos momentos? ¿El Carranza, que ahora no da abasto para tanto abonado, se quedará vacío cuando llegue la época de vacas flacas? ¿Hay cadistas de boquilla y golpes en el pecho? ¿Hay personas más cadistas que otras? Son las dudas que flotan en el ambiente. La diáspora del pasado sábado en mitad del encuentro Cádiz-Sevilla ha reabierto algunas viejas heridas que se remontan a tiempos ya casi olvidados.

Por un lado, están aquellos seguidores que hacen uso de su libertad y consideran el fútbol como cualquier espectáculo, y si nos les gusta lo que hay pues se van. En el opuesto están los hinchas que no paran de animar haga frío, viento, lluvia, y el equipo esté siendo humillado por su rival. Se respetan pero no se entienden los unos a los otros. Y todos se consideran tan cadistas como el mismísimo Macarty.

Una lucha eterna

En el lado de los cadistas de siempre, como ellos suelen llamarse, están los integrantes de las peñas con más solera del cadismo. Brigadas Amarillas, Norte Trompetero y algunas más que conocieron las penurias de Segunda B. La categoría de bronce es su estandarte, pues ahí se demostró quiénes están con el equipo y no lo dejarán solo aunque jueguen con el tan cacareado Moralo. Merodean por los dos fondos, especialmente por el sur, y son los que dan colorido y sonoridad al ambiente durante los noventa minutos, al margen del resultado.

Los cadistas de nuevo cuño, que según los otros son los que se han subido al carro ahora que el equipo va bien, tienen una filosofía completamente distinta. Es verdad que la mayoría se han abonado al Cádiz en estos últimos años, aunque también hay otros que arrastran desde la Segunda B.

Ellos defienden que el fútbol es un espectáculo como el cine, el teatro o el propio concurso del Falla. Y si no les gusta lo que están viendo, o simplemente tienen otra cosa más importante que hacer, pues no van al estadio o se van antes para no tener que comerse los atascos de la salida. La mayoría pueblan las nuevas gradas de preferencia, y al contrario que el otro, es un grupo muy heterodoxo. Muchos van al Cádiz como acto social, para pasarlo bien y disfrutar con los amigos. Otros disfrutan con el fútbol de alta competición. Y también están los seguidores de otros equipos más grandes que quieren ver a sus ídolos en Carranza. Eso sí, todos, absolutamente todos, tienen una cosa en común. Se consideran tan cadistas como los que más. Y nadie les puede quitar su razón.