CARLOS LOZANO PRESENTADOR

«El campo me limpia el espíritu y el alma»

«No sé si algún día convenceré a Mónica, pero esto es lo que hay; ahora quiero comprarme una finca más grande y con caballos»

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Carlos Lozano ha dedicado la primera semana del año a buscar guardería para su hija, Luna, de sólo año y medio Y lo ha hecho en compañía de Mónica Hoyos, con la que mantiene una relación de siete años, tan apasionada como intermitente. Y es que mientras ella es una urbanita nata, Lozano practica el desprecio de corte y alabanza de aldea. Apartado temporalmente de la televisión, el presentador acaba de apadrinar un restaurante de tipo oriental en Barcelona.

-Le tenía por castizo en la comida.

-Soy castizo, pero en eso no. Si me desplacé hasta Barcelona y presté mi imagen al Red Lounge fue porque adoro la buena gastronomía, venga de donde venga. Donde más dinero me gasto es en la comida. Me encantan los buenos restaurantes y el buen vino.

-¿Cocina usted?

-Nada, cero. Incluso cuando estoy en el campo, donde paso largas temporadas, como fuera. Me voy a comer un asado a un buen mesón o a otros estupendos restaurantes que hay en la sierra. Y si no, siempre están las conservas.

-Creo que 2005 no ha sido su año...

-Ha sido bastante bueno. En realidad, todo bien hasta la última etapa en la que Operación Triunfo se fue a Telecinco.

-Y la cosa se torció...

-Yo no le llamaría torcerse, porque me sirvió para hacer otra cosa en la televisión valenciana. Siempre he estado funcionando.

-Pero, con el corazón en la mano: ¿no le dolió que le quitaran O.T.?

-Hombre, un poquillo sí. Pero las cosas son así. Se fue a otra cadena y ellos tenían sus presentadores. Jesús Vázquez es fantástico y perfecto para ese programa. En todo caso, el cambio ha sido muy grande.'O.T. ya no es lo que era, es un Gran Hermano, un reality. Aunque el formato era el mismo, los valores eran otros. Pero bueno, funcionó muy bien.

-¿Cómo pasó el fin de año?

-Muy bien, en la sierra, con mi familia. Me los llevé a todos, incluida la pequeña.

-¿Y Mónica?

-También estaba.

-¿Siguen juntos?

-Estamos en ello. Tenemos una hija y estamos muy felices. Juntos le hemos buscado una guardería, porque yo quiero que mi niña juegue con otros niños y sea una chica alegre y divertida.

-Muy padrazo le veo.

-Lo soy. Luna es lo más grande que tengo. Así que, por ella, lo que sea.

-¿Le va a dar todo lo que pida?

-No, no. Pero para imponer disciplina voy a esperar medio año más. Si a los dos o tres años hay que decirle a algo que no, le diré que no. Otra cosa son los Reyes. No he querido que le hagan muchos regalos. Tengo la suerte de que le gustan los libros.

-¿Con año y medio?

-Sí, le encanta hojearlos. Es un chollo, porque así nos quitamos todos los juguetes absurdos que venden hoy en día. Yo creo que con un juguete o dos, vale. Los niños tienen que tener poco y aprender a valorarlo. A mi hija le podría comprar El Corte Inglés, pero no se lo compraré nunca.

-¿Ha heredado Luna el fuerte temperamento de sus papás?

-Qué va. Ha salido muy sensible, calladita, muy buena, muy educada. Tanto, que Mónica y yo estamos aprendiendo de ella. La miramos y pensamos: así es como hay que ser, no como somos nosotros ahora.

-¿Le ha parecido mal que Mónica fuera a Salsa rosa.

-La entiendo perfectamente. Lo que pasa es que ella tiene que hablar de su vida, no de la mía. Y ya se sabe que los periodistas siempre acaban sonsacando...

-Aun así, han estado juntos en Nochevieja.

-Claro, claro... Como todas las parejas, no pasa nada.

-Todas las parejas no se separan temporalmente cada dos por tres.

-Lo que deseo es que este año sigamos por lo menos como el pasado.

-¿Ha pensado en darle un hermano a Luna?

-Pues sí. Pero mejor hermana, porque me gustan las niñas.

-¿Seguirá pasando largas temporadas en el campo?

-No sólo seguiré en el campo, sino que estoy pensando en comprar una finca más grande y con caballos.

-Le recuerdo que su pareja es urbanita.

-Bueno, pero ella ya sabe que cuando quiera allí tiene el rancho. Esto es lo que hay. Llevo 16 años viviendo en el campo y ahora el campo se me ha quedado pequeño, quiero más naturaleza, estar en terreno rústico, con ríos, etc. El campo me tira mucho, la verdad, me limpia el espíritu y el alma. Cuando voy a Madrid, donde cada vez hay más coches, más obras y más líos, veo cómo vive la gente y me vuelvo al campo encantado de la vida. Cuando ya apenas quede Naturaleza la gente se va a acordar mucho de ella. Y ahí estaré yo, con mi chimenea encendida y tomando una buena copa de vino.