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La aventura de alquilar un piso

LA VOZ acompaña a un gaditano en su búsqueda para arrendar una casa en la capital y constata que la principal dificultad es hallar un hogar para todo el año

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Cuando pedimos a Antonio (nombre figurado) que definiera en una palabra el proceso emprendido para la búsqueda de un piso en alquiler en Cádiz, lo tuvo claro: « Ha sido una aventura». «La verdad, no esperaba que fuera tan complicado, ni que los precios fueran tan caros...», lamenta. LA VOZ acompañó a este ciudadano en su peregrinaje por agencias inmobiliarias, pisos particulares y tablones de anuncios de las facultades con el objetivo de compartir las penurias que tuvo que sufrir para encontrar una vivienda que le conviniera.

Una vez tomada la decisión de emanciparse y buscar una vivienda en alquiler, la primera opción de Antonio es recurrir a un profesional, por lo que se dirige a una inmobiliaria. Previamente ha comprobado en un periódico especializado en la compra venta y el intercambio que la horquilla de precios sube desde los 400 euros. De hecho, en los apartados de alquiler se encuentran las secciones de 'Entre 400 y 600 euros', 'Más de 600 euros' o 'Sin definir'. Sin embargo, la mayoría de los anuncios corresponden a inmobiliarias y son pocos los particulares los que se embarcan en solitario a ofrecer sus viviendas.

La idea de Antonio es una casa de una o dos habitaciones, con baño y cocina, para todo el año. Aquí encuentra las primeras dificultades. En la inmobiliaria le informan que dada la época del año en la que estamos (mes de diciembre) la mayoría de los pisos para todo el año se encuentran alquilados. «El momento interesante para alquilar es el mes de septiembre, después del verano», advierten en la inmobiliaria. «Ahora la mayoría de pisos libres se reservan para esa época».

La explicación es sencilla: los alquileres pueden llegar a duplicarse en esa época, y muchas familias que en la temporada escolar viven en Cádiz aprovechan el verano para mudarse a una segunda residencia y obtener unas plusvalías de su vivienda habitual.

Entre las casas que quedan libres, ninguna baja de los 400 euros, en un precio que suele incluir el pago de la comunidad y a veces el agua. A eso hay que añadir el pago de la electricidad y en su caso el gas (natural o butano). Antonio visita un par de pisos situados en la zona de la Laguna y Cortadura, con un denominador común: escaso mobiliario, decoración antigua y pocas comodidades, aunque la mayoría cuentan con los electrodomésticos mínimos (nevera, lavadora, microondas) y alguna incluso tiene arreglado el cuarto de baño.

Tres pagos

Antes de decidirse, Antonio sopesa sus opciones. Uno de los problemas que tienen las inmobiliarias es que te cobran una tarifa igual a una mensualidad, que no se recupera. Además, el inquilino tiene que pagar un mes de fianza y el mes en curso de alquiler, con lo que nada más entrar en la vivienda paga tres alquileres, de los que sólo recuperará uno. Así, Antonio, con un suelo bruto de 900 euros, se enfrenta al pago de 1.200 euros. Un duro golpe.

De manera que acude a otras opciones, como es compartir piso con algunos estudiantes, por lo que se nutre de diferentes opciones en los tablones de anuncios de la facultad. Compartir piso con tres personas puede rebajar el alquiler a 150 euros, con el inconveniente de que al llegar el verano puede encontrarse de nuevo sin hogar, además de arriesgarse a una convivencia incierta.Cómo decía Antonio, toda una aventura.