CARDO MÁXIMO

Pringue

Todo lo que aparece ahí apesta con el inconfundible olor a las sentinas del poder

Javier Rubio

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Los botes de crema que le costaron el cargo de presidenta de la Comunidad de Madrid a Cristina Cifuentes no son lo único que pringa en el PP. Sin ir más lejos, en Dos Hermanas acaba de saltar a la palestra una grabación en la que el concejal Luis Paniagua alardea de haber extorsionado al alcalde Toscano a propósito del chantaje al candidato de Ciudadanos en las pasadas elecciones municipales, al que obligaron a retirarse la jornada de reflexión a punta de vídeo. Más o menos como a Cifuentes, todo hay que decirlo. La providencia judicial de la que da cuenta el compañero Alberto García Reyes a vuelta de página es tan turbadora como el pestilente hedor que aflora de las cloacas nauseabundas. Yo invitaría al lector a que use mascarilla cuando se decida a voltear la hoja del periódico porque todo lo que aparece ahí apesta con el inconfundible olor a las sentinas del poder. Todo resulta negro y pringoso, bastante más que las cremas de Cifuentes.

No me atrevo a pedir la dimisión de nadie en este caso porque bastante inmisericorde me mostré hace una semana con la presidenta madrileña, a la que alguien pasó el plato de la venganza política a la vista de todo el mundo para mayor escarnio. Dejemos que las cosas sigan su curso, pero nadie me va a quitar la opinión de que apesta a cloaca.

Al tal Paniagua no tengo el gusto de conocerlo pero, por las referencias que me llegan, creo que hay pocas cosas en las que podamos coincidir. Todo en el extracto de conversación que reproducimos para conocimiento general de nuestros lectores es lamentable: el desprecio con que habla de las personas, la utilización de los cargos públicos para premiar a sus huestes en el partido y para castigar a los desafectos, el conchabeo más infecto entre las dos fuerzas mayoritarias para excluir a los demás partidos del reparto, la ocultación de datos claves de una investigación judicial, el mercadeo de favores… hasta el vocabulario soez y chabacano da idea de la vulgaridad con que se desenvuelve el sujeto.

Y tipos que se graban unos a otros como lo más normal del mundo, como si la desconfianza formara parte del ambiente. Quiero pensar que ese ecosistema hediondo en el que se hace política de la peor estofa no es en absoluto el de todos los concejales de Dos Hermanas y que entre los vapores fétidos que se adivinan en el paisaje será posible encontrar a un justo, una alma cándida sin corromper que abomina de esa forma asquerosa de manejarse en la vida pública casi como Abrahán intercedía por Gomorra si lograba encontrar a un solo habitante temeroso de Dios. Quiero pensar que no todos están pringados con la pegajosa viscosidad del poder y que habrá quien se ocupe de servir a los ciudadanos en vez de servirse de ellos. La esperanza ha de ser lo último que se pierda.

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