Álvaro Ybarra

El clamor contra el bloqueo

Lo malo no es el hecho de que no pueda acordarse el Gobierno sino los síntomas que ello desvela: una sociedad dividida y enfrentada, enferma de egoísmo

Álvaro Ybarra
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El clamor social para que los líderes políticos alcancen un acuerdo que evite la convocatoria en España de las terceras elecciones no parece haber alterado la hoja de ruta de los negociadores. Esta semana Mariano Rajoy, al que todos reconocen como ganador pero al que nadie está dispuesto a dejar gobernar, recibirá en Moncloa a Albert Rivera y a Pedro Sánchez, los dos dirigentes que tienen la llave de la gobernabilidad. Ambos han adelantado que mantendrán sus posiciones proclamadas antes de la reunión. Rivera dirá no a un ejecutivo presidido por Rajoy y en todo caso se abstendrá en segunda ronda, lo cual no servirá para formar gobierno. En cuanto a Sánchez dirá «no» a todo, incluida la propia posibilidad de negociar con el PP.

Al secretario general del PSOE, que no ha descartado el descabellado proyecto de encabezar un gobierno con Podemos y nacionalistas de distinto pelaje, aún no se le han sublevado los suyos, muchos de los cuales sólo esperan a que termine de estrellarse.

Resulta sorprendente que la presión ejercida por las fuerzas políticas de oposición a Mariano Rajoy para que dé un paso al lado y permita que otro presidente de su partido forme el gobierno no haya producido fisura alguna ni en el PP ni en el ánimo del gallego, armado de una resistencia tan impasible como proverbial. Es más, son Sánchez y Rivera los que han perdido apoyos a lo largo de todo este proceso en beneficio de Rajoy, lo cual da que pensar que si vamos a unas terceras elecciones, lo que sería un desastre nacional, el líder popular estaría más cerca de la mayoría absoluta.

Nadie tiene la razón del todo en los conflictos políticos. Escribía ayer en una magistral tercera el profesor Ignacio Sánchez Cámara a propósito de la crisis del Brexit que «la salida del Reino Unido de la UE es más grave como síntoma que como hecho». Según Sánchez Cámara, «hay que distinguir siempre entre apariencia y realidad, entre profundidad y superficie. La política pertenece al orden de lo aparente y superficial. Las grandes crisis históricas no son nunca políticas. Lo grave no es la dimisión europeísta de los británicos sino los síntomas que revela. Está reflexión de Sánchez Cámara es perfectamente aplicable al bloqueo político de España. Lo malo no es el hecho en sí de que no pueda acordarse el Gobierno sino los síntomas que ello desvela: una sociedad dividida y enfrentada, en la que el fanatismo ha ganado posiciones a la moderación, enferma de egoísmo, incapaz de supeditar los intereses partidistas al interés general, renuente a integrarse en el proyecto común de España. Esta es la base social que, convenientemente azuzada por el odio propagado por los políticos más sectarios, ha hecho posible este bloqueo vergonzoso en el que estamos sumidos ante el descrédito internacional.

@aybarrapacheco

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