OPINIÓN

El timador timado

Qué lejos queda el cansado y laborioso trabajo de hacer chuletas o de pensar en como esconderlas

Enterramos a la Caballa y, con tan luctuoso acto, nos hacemos a la idea de que debemos decir adiós a los chapuzones en el agua, las copas en el chiringuito o los conciertos en el muelle. La vida real no atiende a razones y, por mucho que el sol se empeñe, el verano se acabó . Desde este lunes nos habremos incorporado a la vida cotidiana, los afortunados con trabajo a sus respectivas ocupaciones, los padres estarán ultimando los preparativos para la vuelta al cole de los más pequeños, y los jóvenes dando el último repaso a la selectividad, a los exámenes de septiembre o preparando el inicio de curso.

El retorno a la realidad diaria es la causa de lo que se llama síndrome post-vacacional , como nos recuerda constantemente la televisión con esa manía que tenemos de dar denominaciones patológicas a todo lo que no nos hace la menor gracia. En este caso, el término de 'síndrome' parece que está totalmente justificado, por eso de que nos puede producir molestias digestivas, fatiga, dolores musculares, insomnio, depresión y un montón de los más variados síntomas. Para tratarlos los expertos nos recomiendan pautas de sueño, dietas frutales, eliminar el café y el alcohol o adaptarnos paulatinamente al ritmo que tendremos que llevar durante los 11 meses venideros.

Otra estrategia es la de que sean otros los que se encarguen de hacer nuestro trabajo. En esta línea de actuación ya hay algunas empresas especializadas y, por el momento, parece que se están centrando en aliviar las molestias de un determinado sector de la población, el de los jóvenes universitarios. Un paseo por Internet nos muestra que no son raras las empresas, que se publicitan como registradas legalmente, cuyo objeto 'social' es la venta de trabajos de fin de grado, de fin de máster o de tesis doctorales . El reclamo es aliviar las molestias derivadas del esfuerzo que supone hacer esas tareas ya que, como dicen, sus reputados profesionales elaborarán el susodicho trabajo mientras el cliente disfruta de su merecido tiempo libre. Nada de sufrir síndrome postvacacional y mucho menos correr el riesgo de que algún síntoma indeseable pueda aparecer a lo largo del curso. Qué lejos queda el cansado y laborioso trabajo de hacer chuletas o de pensar en como esconderlas. Cuentan, como cualquier empresa que se precie, con servicios de atención al cliente y, como no podía ser menos hoy en día, aseguran que persiguen la excelencia y que la calidad es su razón de ser porque, como sabemos, sin calidad ni excelencia es imposible llegar a algo en este mundo. Insisten en que sus productos son originales y libres de plagio y que cuentan con más que suficiente experiencia y expertise en el sector porque, como también sabemos, si una empresa no tiene expertise, ni es empresa ni es nada.

Y, como en cualquier sector, también surgen los fraudes, como ese que se ha descubierto tras la denuncia, precisamente en Cádiz y en Madrid, por parte de los estudiantes que pagaron por unos trabajos de fin de master que no recibieron . No llegaremos a conocer los sesudos contenidos del moderno timo de la estampita, pero si que la naturaleza de los denunciantes no es proclive a sufrir síndrome post-vacacional y, quien sabe, hasta es probable que tengan madera de estadistas.

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