Antonio Ares - OPINIÓN

Soñar

En apenas cuarenta y ocho horas veinte millones de soñadores inundarán nuestras calles

Antonio Ares
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Nuestro genoma es prácticamente idéntico al de los grandes simios. Sólo pequeñas diferencias imperceptibles en las combinaciones de las bases púricas y pirimidínicas nos hacen diferentes a los primates. Unos cuantos genes nos marcan fenotipicamente. Aunque lo que nos hace distintos son la inteligencia, la capacidad de comunicación mediante el lenguaje, en sus diferentes formas, y sobre todo la posibilidad de soñar.

Los sueños oníricos son incontrolables, a los que se tiene despierto se les añade un plus de deseo, un marchamo de utopía que ilusiona nuestro futuro más inmediato. Soñar está al alcance de cualquiera. El que los sueños se hagan realidad sólo está al alcance de los perseverantes, de aquellos que anteponen la ilusión al destino, de los que no creen que las normas sean inamovibles.

El sueño mas famoso (I have a dream) lo tuvo Martin Luther King cuando habló poderosa y elocuentemente de su deseo de un futuro en el cual los negros y blancos de su país pudiesen coexistir armoniosamente como iguales. Ese 28 de agosto de 1963, desde las escalinatas del monumento a Abraham Lincoln durante la marcha a Washington por el trabajo y la libertad marcó un hito en el movimiento de los Derechos Civiles en Estados Unidos («Llegó como un precioso amanecer para terminar una larga noche de cautiverio»).

En apenas cuarenta y ocho horas veinte millones de soñadores inundarán nuestras calles. En el corto trayecto que va del refugio del hogar a la urna mágica tendrán tiempo de ver claro un futuro mejor. Creerán que sus deseos y sus sueños son el único camino.

Soñemos en que la pobreza sólo es una pesadilla. Soñemos en que los dos millones de niños que en nuestro país están en riesgo de exclusión social van a ver cumplidas sus cartas a los Reyes Magos. Soñemos en que los que más tienen se convierten en personas solidarias y dadivosas. Soñemos en que los Derechos recogidos en las Cartas magnas no sólo son papel mojado. Soñemos con un aire limpio, con campos verdes y con bosques llenos de especies. Soñemos con ser un pueblo educado y culto, donde la mediocridad y vulgaridad no tengan cabida. Soñemos con que las banderas sólo son telas izadas en un mástil, con que las fronteras sólo representan líneas imaginarias sobre los mapas políticos. Soñemos en que se hace realidad la independencia de los poderes clásicos. Soñemos que el trabajo es fuente de progreso, que aporta valor a la comunidad y nos dignifica como personas. Soñemos que las guerras solo son las de la serie Star Wars. Soñemos que podemos alojar a todas las personas refugiadas en nuestro país. Soñemos en que cualquier tipo de fanatismo es pasado. Soñemos que los paraísos fiscales sólo son cutres parques temáticos. Soñemos en la justicia universal de la que nadie puede escabullirse. Soñemos en que dejamos a las generaciones venideras un mundo mejor del que recibimos.

Soñar es gratis, pero es lo más rentable que podemos hacer.

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