Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

El Selu

Porque Selu no es solo un autor de Carnaval. Es un sociólogo de Cátedra y Master por la Universidad de la calle

Ignacio Moreno Bustamante
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Es otra dimensión. Arte puro. Carnaval puro. José Luis García Cossío es al Carnaval de Cádiz lo que Mágico González al Cádiz CF. Magia. Tendrá tardes/tipos mejores o peores, pero su talento es de otra galaxia. Habrá Maradonas, Cruyffs, Peles, Loves, Veras y Remolinos. Magníficos todos. Pero nadie tan grande. Porque Selu no es solo un autor de Carnaval. Es un sociólogo de Cátedra y Master por la Universidad de la calle. De la calle Plocia, La Palma, Segunda Aguada o Columela. Nadie cómo él ha sabido definir desde hace décadas eso tan cursi de la idiosincrasia gaditana. Su esencia. Desde el borracho al lacio, de la maruja al enterao, del calzonazos al flamenquito, del niñato al jartible. Es sencillamente imposible no tirarte al suelo de la risa cada vez que su grupo actúa en el Falla o en la calle.

Son capaces de reconciliar con el mundo al más amargado, al más malaje, al más sieso.

Y de reconciliarte, sobre todo, con el Carnaval. Esa fiesta gaditana que año tras año va degenerando cada vez más en un negocio para unos cuantos. Esa fiesta que es –debería ser– pura calle y que ahora se ha convertido en contratos, patrocinadores, hojas de excell en lugar de libretos. Hace un par de semanas, con el arranque del Concurso del Falla 2016, andábamos todos enfrascados en la lucha de las comparsas. Que si vuelve uno, que si reaparece el otro, que vaya nivelazo, que a ver cuál va más chillada y cuál más cantaita. Y en medio de tan profundo debate, de pronto una noche se levanta el telón y aparecen doce tíos con su Juan colgado del hombro. Y todo cambia.Se acabó el debate. El pelotazo de este año –una vez más– es la chirigota del Selu. Carcajadas sólo con verlos, con escuchar el pito. Lágrimas de risa cuando empieza el repertorio.

Y es que el Carnaval de Cádiz es y debe ser, por encima de cualquier cosa, risa. Diversión. Humor. Arte. Obviamente también es clave la otra parte. La de la denuncia social, la de la crítica. Pero si perdemos el humor, acabamos con la fiesta. Más si los tan admirados autores de comparsas centran sus letras en ellos mismos. En sus propias batallas. Si el mayor de los problemas a denunciar desde el escenario del Falla es que los miembros del Patronato del Carnaval son unos mafiosos, mal vamos. Si la parte de la crítica se centra en reivindicar el derecho a ganar dinero con la fiesta, apaga y vámonos.

Porque esas son sus batallas. Sus problemas. Sus egos. El aficionado lo que quiere es crítica de los problemas reales. Y sobre todo, reirse. Alucinar cuando unos chirigoteros tocan el 3x4 con los nudillos sobre la calva de Juan. Cuando se sienten identificados con cada cuarteta del popurrí. Muchos Selus nos hacen falta. Puros, sencillos, geniales. Esta sí es la gracia de ‘Cai’.

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