OPINIÓN

Pescadores encerrados

El retraso del regreso a Marruecos y en el aumento de cuotas del atún deja al sector sin salidas

Se daba por renovado pero no llega y son demasiadas familias sin alternativas las que no pueden estar a la espera. Las limitaciones (cuotas) en las capturas del atún nunca desaparecen pese a que, hace mucho, dejaron de tener justificación natural. La renovación del acuerdo pesquero con Marruecos, en junio, se anunció con mucho boato pero en la práctica, no llega. Las almadrabas o las flotas de Algeciras, Tarifa, Conil y Barbate, que faena en el caladero del país vecino, se encuentran varadas por la burocracia, eternamente a la espera de noticias, de poder trabajar.

Marruecos puso y logró nuevas condiciones pero los efectos prácticos no aparecen. Ya lo advirtió el presidente de la Federación Andaluza de Asociaciones Pesqueras, Pedro Maza, cuando denunció que el Gobierno de Rabat gustaba de retrasar todo lo posible la renovación del acuerdo y su aplicación posterior para presionar. Marruecos obtuvo lo que quería, más allá del acuerdo que ya había caducado. Algunos temas técnicos como los desembarcos en los puertos marroquíes o el control de las entradas y salidas de los pequeños barcos pesqueros en el caladero marroquí fueron otros asuntos por resolver.

El mayor escollo estaba en la contrapartida económica, donde Marruecos llegó a pedir el doble de los 40 millones de euros que percibía al año. Finalmente, en el regateo ganó. Algo menos pero se salió con la suya. El problema es que tras dar luz verde y firmar, todo sigue igual. El sector pesquero gaditano teme que la entrada en vigor, en la práctica, del acuerdo se demore meses, lo que significa la ruina para los pescadores gaditanos. Las negociaciones se cerraron en junio y nada se sabe casi medio año después. Aún no se ha podido echar ni una red. Según los observadores, la parte política se presentaba como la más complicada debido a que un nuevo acuerdo debía respetar los términos del fallo del Tribunal de Justicia Europeo del pasado febrero, que estableció que las aguas del Sáhara Occidental no eran de soberanía marroquí. Marruecos, por su parte, consideraba que su soberanía sobre esas aguas –donde se pesca más del 90% de las capturas de la flota europea– constituye «una línea roja».

Mientras tanto, la flota gaditana pesca como puede en el Golfo de Cádiz, sigue sin poder volver y los pescadores de Tarifa se encierran para pedir más atún que capturar. Los recursos socioeconómicos de esta zona no dan para aguantar tantas esperas.

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