OPINIÓN

¿Qué pasa con las medicinas?

Todo sea por la sostenibilidad del sistema, aunque al médico se le limite la capacidad y libertad de prescribir, al farmacéutico la de dispensar y al paciente andaluz el acceso al medicamento

Entre los usuarios de esta sanidad pública nuestra que, desde hace pocos meses, también se llama universal aunque las prestaciones sigan siendo las mismas, es posible que alguno se haya encontrado con la sorpresa de acudir a la farmacia por un medicamento y enterarse que ni está ni se le espera, al menos en fechas inmediatas, por motivos de desabastecimiento. Y, aunque no es raro que, en ocasiones, se produzcan faltas puntuales a las que, por lo general, los farmacéuticos dan solución, lo que está ocurriendo de unos meses para acá pasa ya de castaño oscuro. Los andaluces estamos acostumbrados a que, de vez en cuando, salte a la palestra lo de las subastas andaluzas, ya saben ese mecanismo por el que, en lugar de tomarse uno el fármaco original de marca, o cualquiera de sus genéricos bioequivalentes según le indique el médico, tiene que tratarse, obligatoriamente, con el que ha prescrito la Consejería tras la correspondiente subasta. Un mecanismo que, eso sí, nos ha permitido ahorrar, desde que se instauró en el 2012 hasta principios del año en curso, unos 550 millones.

Casi, casi se alcanzan las cifras manejadas en la partida del caso de los ERES, 854.838.243 euros. La idea al parecer es extender el procedimiento al resto del país y, al mismo tiempo, ir ampliando la lista de fármacos sujetos a subasta. Todo sea por la sostenibilidad del sistema, aunque al médico se le limite la capacidad y libertad de prescribir, al farmacéutico la de dispensar y al paciente andaluz el acceso al medicamento en las mismas condiciones, por ahora, que el resto de los españoles. Durante estos años que llevamos por aquí con las subastas, ha habido momentos en los que algunos de los “ganadores” no llegaban a abastecer y, en estas circunstancias, quedaba el recurso de acudir a la marca o a cualquier otro genérico siempre, claro está, que se demostrase que el seleccionado no cumplía con el relleno del stock; o bien rascarse uno el bolsillo para pagarse el medicamento original. Pues desde hace unos meses ni por esas. Los originales se están marchando y la lista de medicamentos con problemas de abastecimiento crece y ya alcanza a más de 350 fármacos. Aunque para la mayoría de ellos existen genéricos, cabe dudar sobre la capacidad de muchos de los ganadores de las subastas para suplir esa falta, tanto más cuando algunos de los medicamentos que están faltando no tienen sustitutos.

Aunque los profesionales de la salud abogan por la tranquilidad e informan sobre las alternativas terapéuticas, es obvio que tenemos un problema y, hasta ahora, no tenemos ni idea sobre lo que están haciendo las autoridades sanitarias para resolverlo. La Ministra de Sanidad se ha limitado a señalar que la culpa es de los laboratorios que son los que tienen la responsabilidad de suministrar los medicamentos. Muy bien y ¿ahora qué? Parece que los españoles nos hemos vuelto muy comprensivos con estas cosas de la salud y las mareas blancas ya no son lo que eran. Imagino que se trata de una cuestión de prioridades. No se que pasaría si el desabastecimiento tuviese que ver con la telefonía móvil; igual ya se habría constituido un gabinete de crisis. O quizá sea porque ahora nos tienen entretenidos con cosas supuestamente mucho más importantes.

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