Los invisibles

En nuestra comunidad carnavalesca tenemos muchos con esa personalidad tan insípida pero no por ser invisible dejan de considerarse valiosos en nuestro mundo

Con cualquier grupo de la sociedad existen esos individuos a los que catalogamos, en muchos casos equivocadamente, como nobles. La mayoría hablamos de ellos como buenas personas que no hacen daño a nadie y nunca se meten en nada, jamás molestan porque carecen de maldad ... o doble intención. Para mí la nobleza es otra cosa, personalmente a esta gente las encarpetaría en el grupo de mansos e inofensivos. En nuestro trabajo siempre hay un buena gente que nunca se mete en jaleos o peleas. En los grupos de amigos está ese o aquella que intenta no entrar en polémica para evitar debatir sobre algún tema en cuestión. A este tipo de personas yo les llamaría ‘Los invisibles’.

En nuestra comunidad carnavalesca tenemos muchos con esa personalidad tan insípida pero no por ser invisible dejan de considerarse valiosos en nuestro mundo. Hay autores y componentes de renombre en esta lista de personas ajenas a cualquier compromiso. Los invisibles para mí son todos esos que se ponen de lado para que no los vean ante cualquier dificultad del camino. Siempre he preferido a esos que toman una dirección firme a los que no sabes hacia dónde van ni ves por dónde vienen. En nuestro carnaval hay grandes autores y célebres componentes que jamás han dicho una palabra más alta que otra, solamente han elevado su tono cuando han comprobado que antes la mayoría se habían pronunciado a favor o en contra sobre una materia en cuestión. Necesitan el respaldo anticipado de una totalidad para decir por ejemplo que él también va a participar en el concurso de verano, o si sanidad lo permite, saldrá en batea con su coro por las calles de Cádiz en febrero. Su opinión es siempre a toro pasado. Son personas que tienen pavor a ser encasillados o vinculados a alguien o algo. Si digo que apoyo el concurso de febrero normalmente dirán que soy del Kichi y amigo de Cazalilla, pero si digo que solamente saldría en febrero, como dios manda, me dirán que pertenezco al círculo de los populares encabezado por Cossi. Si pienso que el carnaval en verano es una oportunidad para no perderlo todo otro año más y que serviría para salvar un poco la economía de nuestra ciudad, me dirán que soy un ateo y republicano de izquierdas, que solo miro por el bien de los que son como yo, un perroflauta. En cambio, si opinara que el carnaval de verano es una atrocidad que va contra las tradiciones de este pueblo que invade los calendarios eclesiásticos, pensarán de mí que soy un retrógrado y monárquico de derechas, un facha. Los invisibles nunca opinan ni expresan puntos de vista, solo se suman a la mayoría que vaya ganando, son los bien queda, los que nunca rompen un plato, esos que si por ellos fueran aún estaríamos arando con bueyes y comeríamos carne cruda. Son esos que al apretarte la mano te oprimen muy blandito, sin sangre, sin espíritu, nunca se mojan, todo les parece bien o al menos no dicen lo contrario. En autores hay algunos que leyendo sus letras comprobamos que siempre han sido y serán miembros de ese club de ‘Los invisibles’. Letras inocuas o generalistas que dicen tan solo lo que antes otros han dicho para que nadie los encasille en alguno de los bandos, bailan al sol que más calienta.

Nadie espera su opinión porque realmente a nadie le importa, ni siquiera a ellos.

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