La hora del cambio

Aprovechemos para hacer el cambio ahora y que el coronavirus haya servido al menos como detonante para nuestra mejora

La muerte de Franco sobrellevó a nuestro país a la tan nombrada transición española, un episodio que transformó nuestra forma de gobierno. Pasamos de la dictadura a la democracia gracias al entendimiento de aquellos políticos razonables. Los partidos usaban en sus campañas eslogan ... de todo tipo. Por el cambio, es hora de soluciones, lo próximo, súmate al cambio, coge aire, tiempo de acuerdo tiempo de cambio, capaces de hacerlo…

El suceso de la muerte del dictador originó que saltara la chispa necesaria para comenzar a cambiar nuestro país. Todo en este mundo parece que necesita de un empujón o estallido para que alguien o algo reaccione. Al estudiante siempre le ocurre algún estruendo en su alocada cabeza adolescente que hace invertir de un día a otro sus hábitos de estudio. Al joven empresario le ocurre algo parecido, hay un impulso o llamarada que abre sus ojos para abrir un nuevo negocio. Existe un reventón, una tempestad o un cañonazo para hacernos despertar y señalar a nuestra mente la búsqueda del nuevo sentido de nuestros actos.

Los carnavaleros tenemos ahora nuestro disparo, nuestra detonación para hacer el cambio que todos deseamos y que nadie se atreve. El coronavirus es nuestro zambombazo o ese pellizco que necesitamos para reaccionar. El concurso ya no está gusto de la mayoria, tanto por su duración como por su estructura. Necesita ese cambio deseado. Ahora es el momento. Las dudas de la celebración del próximo certamen por la imposibilidad de ensayar en grupo es evidente. El parón o aplazamiento del concurso en el próximo año parece casi inevitable, seguramente hará que lo replanteemos de una forma diferente. Hay que aprovechar la coyuntura actual para realizar un cambio radical de una vez. Transformarlo en algo más activo y menos cansino. Más justo y relajado para el que concursa, más atractivo y dinámico para el público y más funcional para los medios de comunicación. Convertir el concurso en un espectáculo vivo en donde se premie la calidad de los grupos y que la duración de su calendario no lo convierta en una eterna retahíla de coplas repetidas.

Quien me conoce sabe que no soy de decir sino de hacer. Mi propuesta sería la siguiente. Celebraría 11 días de cuartos en donde se dividirian en 11 sesiones de tarde(de 17.00 h a 20.00 h), para los nuevos grupos y los que no se pasaron el año anterior de fase, y 11 sesiones de noche(21.30 h a 00,30 h) para los que sí se clasificaron el año anterior para la siguiente fase. De esta manera le damos un plus a las sesiones de noche premiando a los grupos que pasaron el año anterior de fase. Luego ya es sencillo, cinco sesiones de semifinal y la final . Eliminaba la preselección convirtiendola en unos cuartos de tarde y noche en donde los grupos tienen que ganarse el sitio de cantar de noche y con las mejores agrupaciones siempre con la premisa de haber pasado el año anterior de fase. Los infantiles y juveniles de jueves a domingo antes del concurso de adultos y sus finales en cada día de descanso de éstos. Un concurso tan solo de 17 días y tres fases; cuartos, semifinal y final. Todo menos pesado, 6 letras para ensayar, menos saturación de popurrís y presentaciones, ahorro del gastos del montaje de la escenografía…

Aprovechemos para hacer el cambio ahora y que el coronavirus haya servido al menos como detonante para nuestra mejora.

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