Lentejas

Los resultados electorales no son la manifestación de lo que se ha dado en llamar voluntad popular

Quien quiera lentejas, las come y si no las deja. ¿No quieres lentejas?, pues dos platos. Frases descriptivas de las contradicciones “in terminis”. Andalucía es y ha sido pura contradicción. El “Régimen andaluz” se autodenominó progresista y de izquierdas. Cuarenta años machacones, haciéndonos comulgar con ruedas de molinos sus dogmas. Ha sido la región española conservadora por excelencia. Los valores conservadores son orden, tradición, familia iglesia y jerarquía. La paz social y la familia han sido los baluartes donde el “régimen” ha encontrado su pervivencia. El PSOE se convirtió desde sus orígenes en Andalucía, en un partido de provisión. Proveyendo beneficios clientelares en toda la escala social. Distribuyendo incentivos colectivos con el objetivo de repartir la escasez. Sólo que a comienzos del nuevo mileno, la compra de la paz social provoca la asignación de incentivos selectivos en forma de privilegios para algunos, pero no para todos. La Administración paralela, los ERE’s, la formación…un sinfín de situaciones de corrupción, que han supuesto que muchos andaluces de izquierda se hayan quedado en sus casas asqueados por las políticas implementadas y por los políticos que las han ejecutados.

Pero, ¿por qué todo ha cambiado? Los acontecimientos del día uno de octubre en Cataluña y el pacto de apoyo de la moción de censura representan las claves políticas del cambio en Andalucía. También existen otras justificaciones. Los resultados electorales no son la manifestación de lo que se ha dado en llamar voluntad popular. En realidad, representa el resultado agregado de las preferencias electorales del cuerpo electoral, formado por individuos. Nos vale ahora la teoría de Thatcher consistente en que la sociedad no existe. Sólo los individuos y su agrupación primaria en las familias. Las instituciones intermedias entre el ciudadano y el Estado cotizan a la baja. Es el momento de cambiar las estructuras administrativas y de poder que han hecho que Andalucía siga siendo Territorio Objetivo 1 UE. Renta por debajo del umbral del 75% de la media comunitaria y altísima tasa de paro. Por eso no cabe un mensaje de cambio “tranquilo”. La izquierda nos acostumbró al cambio radical, al día siguiente finalizada las elecciones y sin anestesia. Leyes como Memoria Histórica, Educación, antitabaco, plan hidrológico, dependencia, cheque bebé, igualdad, economía sostenible…Todas ellas normalmente tramitadas como RD-Leyes, con nocturnidad y por sorpresa. Sin debate sosegado en las Cortes y con tintes dogmáticos. De ahí que la “tranquilidad” de la que habla el presidente autonómico me asusta en parte.

Supongo que la línea de actuación política andaluza, sea un punto de inflexión con la anterior. Las ideas liberales y de solidaridad con las demás comunidades autónomas deben ser el fundamento de toda la actuación legislativa y de las directrices ejecutivas del nuevo gobierno. En resumidas cuentas, consistiría en aplicar a rajatablas la Constitución. Ésta defiende la economía de libre mercado y al unísono exige su atemperación por una serie de condicionantes sociales. Las CC.AA han roto el mercado español. Y esa ruptura hunde la actividad económica. Hay que analizar las competencias transferidas y diseccionarla desde el componente de la eficacia y la eficiencia en la gestión. La omnipresencia de la Junta de Andalucía en la vida pública andaluza me preocupa ostensiblemente. El ciudadano debe ocupar el centro neurálgico de esa vida. La Administración debe ser fuerte y de ajustado tamaño. El ajuste es necesario. Su dimensión es desproporcionada, ineficaz y poco eficiente. Además, hay que erradicar el mantra progresista que exige la gestión pública de los servicios público. Lo que hay que exigir es la maximización de las utilidades que reportan las prestaciones públicas. Porque, que la prestación sea pública, no exige que su gestión lo sea. Sostener el Estado de bienestar es una ardua tarea. Los servicios sociales, la educación y la sanidad, que suponen más del 80% del gasto autonómico, exige maximizar su utilidad a través de la racionalidad, eficacia y eficiencia en la gestión. El ajuste del gasto debe ser una exigencia política, porque es la única opción de ser coherentes, sensatos y solidarios con la Unión Europea.

Soy escéptico, aunque debo estar esperanzado. Y aunque sólo sea para que el “molto honorable sinvergüenza de Puyol” se atragante con sus palabras pronunciadas en 1958 y reeditadas en 1976 y eche por su sucia y asquerosa boca para siempre sus ofensivas palabras para con todos nosotros, los andaluces. El hombre andaluz no es un hombre coherente… es un hombre destruido… un hombre que hace cientos de años que pasa hambre y vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual…de entrada constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España… Esto exige que hagamos entre todos una tierra de prosperidad, de trabajo y de esfuerzo. Que, pasado los años, orgullosos le digamos, Ud. sigue sin querer lentejas andaluzas, pues ahí tiene dos platos.

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