José María Esteban

Un Carranza llamado Carranza

Existen muchos ejemplos de cómo Cádiz mantiene unas referencias nominales en espacios que superan los tiempos

José María Esteban

Hay ciudades donde los topónimos (del griego topos: lugar y ónoma: nombre) es decir los nombres propios que los ciudadanos damos a los sitios, se establecen en función de una sociología o un sosegado y continuo uso urbano que trasciende los tiempos.

Esta ciudad de Cádiz , es reina en mantener nombres en lugares, por encima de lo que las realidades sociales indican, sus cambios de función, o los líderes intentan renovar. Plaza de toros en Asdrúbal; los cuarteles de Varela en la avenida; el muelle por el puerto; Zamacola por el hospital; o Puerta de Tierra por una parte de la ciudad, aunque todo sea Cádiz. Existen muchos ejemplos de cómo Cádiz mantiene unas referencias nominales en espacios que superan los tiempos.

El estadio es una más. Estoy convencido que si se hace una encuesta preguntando quien era Carranza, la mayoría de los encuestados diría que no es una persona sino que es eso, simplemente un estadio. Y se tendría toda la razón, no buscando nuevos nombres para este equipamiento, que además es de la ciudad, de toda la ciudad, para rebuscar nuevas nomenclaturas, o intentar trasladar inútiles batallas históricas, en tiempos donde habría que ser más tolerantes, con las personas y con los tiempos.

Este reciente concurso sobre el posible cambio del nombre del estadio Carranza, es otro de los atisbos mediáticos para distraernos de los verdaderos nombres de los problemas o necesidades de nuestra Gadir, Gades, o actual Cádiz. Es algo que no nos va a llevar a ningún otro sitio que no sea ese: Carranza. Todo el mundo es consciente que este nombre se identifica con Cádiz y futbol. En cualquier parte del mundo mundial, y sobre todo en Hispanoamérica, con el primer trofeo inventado en el mundo allá por 1955, y ya han pasado algo menos de los mismos años que uno tiene, nombrarlo así, hace claramente consciente el concepto de un estadio en Cádiz.

No conviene doblar la voluntad popular para identificar las auténticas razones de los problemas, y menos jugando a cambios de nombres, que ya no son el problema. Se facultan muchas rarezas que buscan una lógica y necesaria justicia, pero que a veces no necesitan ser coartadas o palancas históricas, como si de monumentos colombinos fueran, haciendo paralelos a lo ocurrido en ciertos países americanos. Una de las razones por la que avanzan las sociedades es por la generosidad en los perdones, aunque no haya olvidos, que de eso se encargan los historiadores. Los odios atan los avances y las tolerancias siempre han derivado en mejores logros.

Se hace más necesario que nunca dedicar todas nuestras mejores fuerzas a resolver verdaderas cuestiones que den vitalidad y autentica actualidad a nuestra ciudad. Hay programas y necesidades que resolviendo el presente, nos darán mayor cualidad para un mejor futuro.

Decía Pitágoras que «Educar no es dar carrera para vivir, sino templar el alma para las dificultades de la vida». Esta ciudad lleva mucho tiempo educando en unos valores, que siendo los que son, no nos permiten despegar de forma real. Un cierto agujero negro nos envuelve y nos hace regresar a lo más interior de nuestro núcleo vital. Hay otros mundos afuera, pero hay propios que se deben arreglar y cambiar aquí mismo. Carranza siempre será Carranza, a pesar de que alguien lo quiera rebautizar. Al tiempo. Salud y cuidaros que vienen nuevas olas.

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