La democracia a diestra y siniestra

Al tomarse la diestra como lo correcto y lo justo, a la siniestra se le asignó lo negativo e incorrecto

El azar de la semántica ha hecho que lo bueno, magnánimo, hermoso, solidario e igualitario…torne en malo, incorrecto, injusto y negativo. Diestro viene del vocablo latino ‘Dexter’ y se utiliza para referirse a quién es derecho. Siniestra, del latín ‘sinister’, que significa izquierda. Al ... tomarse la diestra como lo correcto y lo justo, a la siniestra se le asignó lo negativo e incorrecto. Pues bien, hoy pretendo analizar y explorar el empleo y el significado de conceptos políticos claves. Un concepto es una idea general acerca de algo habitualmente expresado en una sola palabra o frase breve. La formación de conceptos es un paso esencial en el proceso de razonamiento.

Para comprender el mundo debemos dotarlos de significados y lo hacemos a través de la construcción de los conceptos. En política, los hechos y los valores están interrelacionados. Y los conceptos aparentemente descriptivos se cargan de implicaciones morales e ideológicas. De ahí que, los intentos de establecer una interpretación especial de un concepto como objetivamente correcto, como ocurre con los conceptos de ‘la verdadera democracia’, de ‘la verdadera libertad’ y ‘la verdadera justicia’, no es posible.

Tan es así que Gallie señaló como forma de salir del dilema que los conceptos de poder, justicia y libertad no son absolutamente inconciliables, que no es posible establecer una definición neutral. Son los llamados conceptos discutibles. Así G. Orwell decía que «el desaliño de nuestro lenguaje facilita pensamientos absurdos», mientras que O. Wilde manifestaba que, «sí escuchamos es posible que nos convenzan y una persona que permite que la convenzan mediante un razonamiento, es una persona completamente irracional». Siendo esto cierto, L. Carroll cuando escribió Alicia en el País de las Maravillas, manifestó que «cuando empleo una palabra, significa lo que decido que signifique, ni más ni menos». «La cuestión es sí puedes hacer que las palabras signifiquen cosas tan diferentes».

Remata la conversación Carroll en su obra advirtiendo que, «la cuestión es quién manda. Eso es todo». Efectivamente, eso nos lleva a considerar el debate abierto desde finales del siglo XX acerca de la corrección política. Es posible que estuviera pensando en ‘Pipi’, cuando encaro la cuestión y sus puntualizaciones tabernarias al respecto. El punto de vista de lo políticamente correcto, a instancias de todos los ‘istas’ habidos y por haber (feministas, pacifistas, animalistas…), que no es otra cosa que la reconversión del mensaje ‘comun-ista’ del postmodernismo, una vez en el suelo el Muro de Berlin, donde, bajo el amparo y el ‘pseudo’ fundamento de la llamada «superioridad moral de la izquierda», nos hacen comulgar con ruedas de molinos.

Y lo peor de todo, es que las guerras se ganan con la palabra y con la posibilidad de editarlas. El lenguaje refleja siempre la estructura de poder de la sociedad en su conjunto y discrimina a favor de los grupos de poder dominantes y en contra de los demás. En resumen, la corrección política supone la aplicación de un corsé ideológico al lenguaje que empobrece su fuerza descriptiva. Por eso, cuando se hace una observación estúpida, su estupidez debiera ser obvia. Pero no siempre ocurre porque los términos políticos acarrean un pesado bagaje ideológico, que termina por influir en cómo se usan las palabras y qué significado se le atribuye.

Todo esto para analizar el llamado ‘veto democrático a VOX’ por la izquierda española, a la que sólo puedo tildar de sectaria, extrema y demagógica. Desde el Gobierno, el que pacta con golpistas (entre los que se encuentran los que en sus entrañas acogieron las JEREC, las juventudes de ERC, que desfilaban uniformados con sus camisas pardas en Barcelona en 1933, ejemplo palpable del ‘fascio’ catalán a diestra y siniestra). Gobierno que pacta con la CUP, autoproclamados de extrema izquierda e izquierda radical. Gobierno que pacta con BILDU, extrema izquierda vasca, en cuyas listas aparecen como ‘independientes’ quienes participaron antaño en otras listas que sí fueron ilegalizadas. Son antiguos dirigentes de Batasuna o de entidades cercanas, pero también hay gente vinculada a ETA en épocas pasadas. Gobierno que pacta con Podemos, cuyos dirigentes son consumados comunistas-leninistas. Gobierno que pacta con IU, donde sobre sale el PCE, con credo marxista-leninista, suscriben hoy las tesis del socialismo del siglo XXI. Gobierno que pacta con Compromís, con PNV… El PSOE del siglo XXI, más cerca del socialismo del siglo XXI que de la socialdemocracia que gobernó Europa tras la II Guerra Mundial, se dedicó en su día a implantar cinturones sanitarios contra el PP y ahora ‘democráticos’ contra VOX. He leído con detenimiento el programa político de VOX y les aseguro que nada que objetar con la Constitución. Dos cuestiones controvertidas, pero nada más. Las autonomías que no las quiere (luego en su discurso mantienen que es un programa de máximo y por supuesto imploran el mecanismo de reforma en último extremo), y la inmigración que la supeditan al cumplimiento de la Ley. El PP no puede hacer el tonto de caer en la trampa ‘siniestra’ de negarse a sí mismo, porque genealógicamente son lo mismo. Unos más explícitos que los otros, diestros en ambos casos.

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