El Apunte

Del exceso a la ofensa

Contar con un activo miembro de Batasuna para unas jornadas en Cádiz se acerca al insulto

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El Gobierno municipal de Cádiz ha cruzado una de las líneas rojas que tanto gustan mencionar a los partidos de izquierda. En un acto organizado bajo estructura municipal, bajo su responsabilidad al margen de quién haya tomado la decisión concreta, se invita a uno de los dirigentes de la antigua Batasuna, actual Bildu, que más ha destacado en Navarra por justificar los crímenes de ETA. Xose Martin (o José Martín) Abaurrea es el actual número tres de la formación abertxale en la capital navarra. Su cargo legítimo y democrático no merece ningún reproche. La incomprensión llega al comprobar que este antiguo portavoz del brazo político del independentismo violento del País Vasco se ha caracterizado, casi sin pausa, durante los últimos 20 años por protagonizar numerosas polémicas por sus declaraciones de justificación y equidistancia respecto al terrorismo.

Por recordar sólo dos episodios, ya que de memoria histórica se trata, destaca uno en el que justificó como fruto del «conflicto» los asesinatos de Bonifacio Martín y Julián Embid. O cuando se negó a condenar con su voto el crimen de otro edil de Pamplona, con el que había compartido plenos y reuniones, representante de Unión del Pueblo Navarro.

A esa persona, a esa actitud, a lo que representa, se le invita a participar en una conferencia o debate en Cádiz el próximo lunes. El argumento temático es que se trata de un experto en memoria histórica por haber participado en una denuncia contra el franquismo impulsada por el Ayuntamiento de Pamplona. Pero, por aplicar rigor histórico, se trata de un experto en rencor. Y ese resentimiento es el que traen los organizadores y el Gobierno municipal a Cádiz. No se explica qué tiene que contar respecto a la represión franquista en la provincia o en Andalucía, que nada ha tenido que ver con lo sucedido en el País Vasco, ni en tiempos, ni en formas, ni en conceptos. La única explicación posible es que los organizadores de este ciclo impulsado por el Ayuntamiento de Cádiz quieren ofender, crispar, quieren cruzar la línea que va de la provocación al insulto dándole voz y espacio a una persona que justifica casi un millar de asesinatos cobardes calificándolos como consecuencia inevitable de un conflicto, lo que supone equiparar a víctimas y a verdugos, a los asesinos y los asesinados.

Ninguna de las muchas polémicas simbólicas anteriores que ha inflado con entusiasmo el gobierno municipal puede equipararse con este ejercicio de crueldad hacia las víctimas del terrorismo. Muchas de ellas, por cierto, gaditanas.

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