OPINIÓN

El cuento del estadio

La venta del hotel del Carranza se ha esfumado definitivamente tras años de bravuconadas

El Ayuntamiento de Cádiz decía enfrentarse a uno de los peores escenarios económicos posibles si se confirmaba la imposibilidad de vender el gran local pendiente en la Tribuna del estadio Carranza tras cuatro años de infructuosos intentos. El objetivo era abrir un hotel proyectado –de forma muy discutible– por el anterior gobierno municipal pero la incapacidad para sacar adelante esta gestión, otra, pone en cuarentena la viabilidad del Presupuesto cada año, como amenazó los anteriores. Esa apreciación no es propia ni externa, es obra de los propios concejales de Podemos-Ganemos. Ellos son los que insistieron en realizar unas cuentas en las que incluían ingresos, como éste, que no estaban nada claros. Hasta el punto de que los esenciales socios socialistas, los que les dieron el bastón de mando, estallaron ante este cuento de la lechera versión siglo XXI, futbolero y hotelero. Finalmente rectificaron. Finalmente, ha saltado por los aires. Por cuarto año consecutivo, no hay comprador interesado.

La previsión era a todas luces una temeridad. El tiempo ha dado la razón a los grupos de la oposición: el empecinamiento político de equipo de Gobierno y del concejal David Navarro contribuía a crear un estado «ficticio y desequilibrado» de las cuentas municipales. Esta situación pone en jaque la –ausencia de– gestión del edil de Hacienda que, en más de una ocasión, ha presumido de tener sobre la mesa numerosas ofertas para la compra de la Tribuna del estadio, ha achacado a manos negras el constante fracaso de la operación e incluso ha llegado a burlarse de periodistas que le preguntaban por la venta asegurándoles que una inminente compra acallaría sus perversas voces.

La sombra de la duda ha perseguido desde el primer momento esta operación y finalmente ha quedado frustrada. Habrá que entender ya que no va a salir. Que la venta no se va a dar y ese dinero nunca llegará. No hay que olvidar que la oposición ha preguntado de forma constante por los trámites de la compraventa y por los supuestos interesados, sin embargo, el Ayuntamiento «de la transparencia» no ha desvelado en ningún momento sus cartas alegando una cláusula de confidencialidad. La operación, definitivamente, está tumbada y las cuentas municipales no tendrán alivio. Con este escenario resultará difícil confiar en nuevos anuncios similares.

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