OPINIÓN

Sea como sea

Marcelo Bielsa obligó a su equipo a dejarse marcar un gol, pues sus jugadores no actuaron con ética¿Se imagina cómo sería nuestra sociedad si en todos los órdenes de la vida cundiera su ejemplo?

El argentino dirige actualmente al Leeds, de la Segunda División inglesa

Es posible que usted no se haya ni enterado, porque ya se sabe que las buenas noticias hacen correr bastantes menos ríos de tinta que las malas. Pero esta que les voy a contar es una noticia preciosa que debería haber copado los principales titulares de toda la prensa, deportiva o no. Y es que trasciende de largo lo meramente futbolístico. Hace unos días, dos equipos de la Segunda División inglesa, el Leeds y el Aston Villa, se enfrentaban en el estadio Elland Road. Ambos se jugaban prácticamente la vida pues son rivales directos en la lucha por ascender a la Premier League. Con todo lo que ello implica desde el punto de vista de la pasta, de las aficiones, del prestigio... Con el partido empatado y a falta de algo menos de 20 minutos para el final, un jugador del Leeds se quedó tirado en el césped tras una entrada. Buena parte de los jugadores rivales se quedaron parados pensando que el árbitro iba a detener el juego. Pero no lo hizo. Y el Leeds aprovechó para seguir jugando, marcar un gol y adelantarse en el marcador. Imagínense la que se lió en el campo, con futbolistas de uno y otro equipo zarandeándose, empujándose y dedicándose los más lindos piropos. Y en esto que emerge la figura de Marcelo Bielsa, viejo conocido del fútbol español y actual entrenador del Leeds. Y obliga a su equipo a dejarse un gol. Entiende que esa no es forma de ganar, que hay algo muchísimo más importante que alcanzar la gloria, que es la forma de llegar a ella. No todo vale. Y da la orden a sus futbolistas para que se queden parados mientras dos jugadores del Aston Villa avanzan sin oposición hacia su portería –a excepción de un central mosqueado– y anotan el empate. Por cierto, le marcan a Kiko Casilla, que si es usted cadista sabrá que militó en el Cádiz hace ya unos cuantos años.

Ojalá hubiera muchos como Marcelo Bielsa en todos los órdenes de nuestra vida. Ojalá muchos fueran como él los domingos en los campos de fútbol modesto donde demasiados padres y entrenadores actúan de forma absolutamente vergonzosa. No sólo cuando se producen agresiones en las gradas, que a todos nos impresionan. Sino con sus provocaciones e insultos a los árbitros, a otros padres, a los propios niños. Algo que desgraciadamente se ha convertido en la ‘rutina’ habitual. ¿Se imaginan cómo sería nuestra vida si todos aquellos que deben dar ejemplo tuviesen la misma forma de entender el deporte, la política, el servicio público que el técnico argentino? Incluso en nuestro día a día. En nuestros centros de trabajo, en el taller, en la frutería, en el hospital, en los colegios... Sin duda no estaríamos como estamos. Pero ya les digo que por desgracia es lo menos habitual. Prácticamente excepcional. Y además no nos interesa, pasamos página. Porque si nos detenemos a analizarlo, igual nos damos cuenta de cómo somos. Y nos buscamos excusas. «Ahora no tengo tiempo para eso». «Hay cosas más importantes». «Tengo que alcanzar mis objetivos». Sean los que sean. Sea como sea.

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