OPINIÓN

La ciudad de nunca acabar

El complejo judicial de la Junta en Cádiz vuelve a la casilla de salida pese a sufrir dos décadas de retraso

En la ciudad de los planes eternos, los plazos de las obras se cuentan por décadas. Por más hojas que pasemos en el calendario, hay cosas que no cambian. El proyecto de la Ciudad de la Justicia de Cádiz es uno de los mayores despropósitos de cuantos planes ha presentado la Junta de Andalucía en los últimos años. Quizás sólo a la altura del nuevo hospital que se presentó en los terrenos de la antigua factoría aeronáutica, aquel que se iba a construir con las plusvalías de los pisos proyectados en la Avenida, donde se encuentra el actual Puerta del Mar.

El proyecto presentado en los primeros años del siglo por el Gobierno andaluz pretendía unificar todos los juzgados de la capital, que actualmente se encuentran dispersos entre la Audiencia Provincial –en la Cuesta de las Calesas–, los de San José y los del estadio Carranza, entre otros. El solar elegido para ello era el ubicado entre las calles Brunete y Tolosa Latour, que lleva años abandonado. Debía servir para dinamizar esa zona de San Severiano junto al nuevo pabellón Portillo, otro de los grandes despropósitos urbanísticos de la ciudad, esta vez por parte del Ayuntamiento –del Partido Popular primero y de Podemos en la actualidad–. Pero ni la Ciudad de la Justicia ni el Pabellón Portillo se convirtieron nunca en realidad y los vecinos de la zona están condenados a vivir cada día con dos enormes solares abandonados que simbolizan a la perfección la realidad de Cádiz.

Hace dos años, ante esa parálisis evidente, Ayuntamiento y Junta acordaron trasladar el proyecto de Ciudad de la Justicia a los antiguos almacenes de tabacos de Loreto. Sin embargo, unos y otros dejaron la tarea sin hacer. Al producirse el cambio de color político en la Junta, los nuevos gobernantes han encontrado que apenas hay unos someros planos como todo avance de la iniciativa. Al Partido Popular, además, nunca le convenció la ubicación. El proyecto, por tanto, con casi dos décadas de atraso, vuelve a la casilla de salida. No se sabe qué se hará ni siquiera dónde. Mucho tienen que cambiar las cosas para que se despeje el horizonte en un asunto que en absoluto es baladí. El alcalde gaditano se ha anticipado al enésimo fracaso colectivo y clama contra la Junta, pide reuniones con su presidente y rescata el mensaje de siempre: «La ciudad como rehén de las políticas» del gobierno autonómico.

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