Julio Malo de Molina

Del Brexit al Pig

Los análisis coinciden en el fracaso de las predicciones en elecciones y refrendos

Julio Malo de Molina
Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Al término de cada año se repite un ritual semejante al de las uvas en la madrileña Puerta del Sol; o al brindis inglés a orillas del Támesis entonando la entrañable canción ‘Auld Lang Syne’: «Por los viejos tiempos, amigo mío, por los viejos tiempos: tomaremos una copa de cordialidad»; o ese eufórico ‘auguri’ generalizado en las cercanías del Panteón de Agripa en Roma. Así, todos los medios informativos redactan uno o varios balances del año que termina, como si el desarrollo de la historia lo pautara el calendario, no los acontecimientos precisos que han transformado el mundo; como la toma de Constantinopla por los turcos el 29 de marzo de 1453; la de la Bastilla en Paris el14 de julio de 1789; o la del Palacio de Invierno en Petrogrado el 25 de octubre de 1917.

Es una costumbre y muchos participamos de la misma, tal como observamos desde nuestro tresillo pequeño burgués las campanadas madrileñas trasmitidas por alguna cadena televisiva. En esta ocasión la mayor parte de esos análisis coinciden en el fracaso de las predicciones en elecciones y refrendos, lo cual de entrada parece muy saludable, pues hasta ahora desmotivaba mucho acudir a votar con los resultados previsiblemente ya conocidos, como se dice en Cádiz: «con el pescado vendido». Es el caso del triunfo de un millonario hortera como Donald Trump frente a la políticamente correcta Hillary Cimpton en las presidenciales norteamericanas, lo cual pulveriza un guion propio de la factoría Walt Disney: después del primer presidente afroamericano, la primera presidenta; lo cual ha descontrolado a los medios, mayoritariamente hostiles al magnate, y también a los pulcros ejecutivos de Wall Street pues al capital no le interesa la improvisación y ya habían comprado esa película.

También ha sorprendido y enojado a eso que llaman los mercados la imprevista victoria del ‘Brexit’, la Unión Europea no estaba preparada para que los británicos le dieran calabazas; el desplante del Reino Unido evidencia la fragilidad de esa unidad desprovista de contenidos políticos y culturales, cuya finalidad real consiste en que la Banca pueda prestar moneda a los países pobres del sur controlando la recuperación del principal y de los intereses, pues la usura es el mejor de los negocios si se evita el riesgo de la morosidad.

A los países de ese sur a quienes nos vendieron la milonga del euro con el cuento de convertir al mediterráneo en la California europea ahora nos llaman despectivamente PIGS, lo cual se corresponde a las iniciales en inglés de los Estados víctimas de la codicia financiera: Portugal, Italia, Grecia y España. El engaño»duró lo que duran dos peces de hielo en un whisky ‘on the rocks’» (Joaquín Sabina), y si bien la derecha o la seudoizquierda afín a los intereses alemanes se han plegado a los dictados de la Troika, una nueva izquierda nacionalista y renovada extiende por el sur su disconformidad con las políticas de la Unión Europea y su Banco Central. En Portugal, Antonio Costa preside un gobierno de izquierdas crítico con la Europa de la Banca; en Italia está presente Matteo Renzi, del PDS, heredero del potente Partido Comunista Italiano; en Grecia, Alexis Tsipras lidera la Coalición de la Izquierda Radical. En España el final del bipartidismo no va a ser fácil, un golpe de los barones del PSOE ha entregado el gobierno a una derecha europeísta pero con un parlamento hostil. La batalla del sur contra los mercados europeos está servida.

Ver los comentarios