El Apunte

¿A las barricadas?

El lenguaje violento y las llamadas a la movilización suponen una temeridad que nos recuerda lo peor

Resulta preocupante. De hecho, son muchos los preocupados. El lenguaje belicista, entre tabernario y cuartelero, parece haber llegado a la vida política para quedarse. Desde el pasado domingo, especialmente y por un resultado electoral que han decidido los ciudadanos –los que ejercieron dos sagrados derechos: votar y no hacerlo–, hemos visto resucitar frases literales como «no pasarán» o «reconquista», antes fueron «a por ellos», «nos invaden», «opresores» y «nos roban». Descalificaciones agresivas que predisponen a la violencia física, que nos ponen a un paso de ella. Anoche, una convocatoria pretendidamente «antifascista» acabó con daños en comercios, insultos y vejaciones a periodistas, pedradas, un detenido y contenedores quemados. Los dirigentes de Podemos y de Adelante Andalucía que han llamado a «la movilización» contra un resultado electoral legítimo –por más que alarmante– deben hacerse responsable de la deriva de esas marchas aunque muchos de sus convocantes e integrantes tengan las mejores intenciones o jamás participen de la violencia. El mayor peligro consiste en acostumbrarse, en dar por bueno, por inevitable, que los insultos y el ataque verbal sean parte de la vida política, del debate social, público, vecinal e institucional que debe representarnos a todos.

El insulto, la arenga y la desconsideración son el germen de la agresión, comen en la misma mesa. Los plenos municipales ya se han convertido demasiadas veces en los últimos meses y años en un espectáculo bochornoso. La situación vivida ayer, también alrededor de la política, pasa a formar parte del catálogo de los capítulos lamentables e intolerables que Cádiz ha sufrido excesivamente en los últimos tiempos. Hay que acabar cuanto antes con un circo que exporta la peor imagen de Cádiz. A muchos de los dirigentes que ahora vuelven a llamar a la movilización les convendría admitir que ha caído demasiadas veces en ese error, con megáfono y con micrófono. A los miembros de las formaciones conservadoras –de PP y Ciudadanos a Vox– les honraría admitir que, por más veces que hayan sido insultados, devolver los ataques supone la peor rendición. Conviene recordar que este clima político en Cádiz es heredero de aquellos escraches y plenos escandalosos. Demasiados representantes empezaron a elevar el tono tanto que ya nadie sabe cómo bajarlo.

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