OPINIÓN

Atracar, desembarcar y desguazar

Las mafias de trata, los colaboradores y coadyuvantes necesarios, Europa, pese a todo solidaria e indecisa nuevamente

Imagen de El Open Arms a su llegada en diciembre de 2018 a puerto en la Bahía de Algeciras con más inmigrantes LA VOZ

Esta y sólo esta es la secuencia que debe producirse. El pasaje del 'Bilbao' debe ser desembarcado de inmediato, por razones humanitarias y de sentido común. Y en ese mismo acto, debiera producirse el desgüace del 'Bilbao', sin necesidad de arribar en la Ría que lleva su nombre. La misma diligencia con la que hicieron desaparecer los trenes del 11 de marzo. Coincidencias de la vida: un barco llamado 'Bilbao' y un armador catalán proindependentista, enarbolan la bandera de España haciendo patria allende los mares.

Lampedusa otra vez. Las mafias de trata, los colaboradores y coadyuvantes necesarios, Europa, pese a todo solidaria e indecisa nuevamente y Bardem, otra vez este tipo haciendo el ganso. Quedaba mi alcalde, como el de Valencia y la de Barcelona, de profesión demagogos y solidarios con el dinero de los demás. Así es la vida en el mar… Y en tierra. Es lo que dicen las gaviotas. Quizás sean tan cerdas, porque su hábitat se desenvuelve en tierra y mar. Es el escenario que acoge la secuencia objeto de análisis.

La protección de la vida humana en el mar está garantizada por los convenios internacionales. El más importante es el de la seguridad de la vida humana en el mar. En él se dispone la obligación del capitán de la embarcación de rescatar a personas en peligro, modificando la ruta. A ello hay que añadir el convenio de protección de los refugiados que exige que las personas recogidas sean puestas a salvo en un puerto seguro, el más cercano al del lugar del rescate. En este caso, serían los puertos de Túnez los de acogida natural, siguiendo las prescripciones de la propia norma.

El diario 'Financial Times' advertía en diciembre de 2018 que, la agencia de control de fronteras de la UE, Frontex, alertaba sobre la sospechosa interacción que habían detectado en el Mediterráneo entre algunas ONG que operan allí en tareas de rescate de inmigrantes y las mafias de tráfico de personas. Frontex denuncia la nula disposición de estas ONG a la hora de colaborar con las autoridades para tratar de detener a los traficantes de personas. Según esto, no sólo serían colaboradores necesarios de las mafias, sino presuntos encubridores. El fiscal jefe de Catania, Carmelo Zuccaro puso en marcha una investigación para aclarar si hay algún tipo de relación financiera entre los traficantes de personas que operan en las costas de Libia y ciertas ONG dedicadas al rescate de inmigrantes en el Mediterráneo. Testimonios de los propios inmigrantes, que relatan cómo los traficantes les proporcionan direcciones exactas de dónde se encuentran los barcos de rescate (como también se explicaba en el informe de Frontex).

Reuters contactó con algunas de estas ONG que operan en el Mediterráneo y declararon que principalmente se financian a través de donaciones privadas de ciudadanos y subvenciones estatales. Siendo una cuestión que afecta al interés general de la UE s y a todos y cada uno de los países que la forman, debiera ser la UE y los Estados, los únicos competentes en realizar operaciones de este tipo. En iguales términos que se hace en el cuerno de África, en aguas de Somalia.

Dicen los informes de la ONU que en las costas de Libia hay más de 800.000 personas con intención de acceder a Europa. Sólo los que se embarcan y pagan a las mafias, lo consiguen. Sólo estos, los que primero embarcan con las mafias, desembarcan y son nuevamente embarcados en las embarcaciones como el 'Bilbao', llegan a «buen puerto». No al más cercano y seguro, que se encuentran en las costas tunecinas, sino a las costas europeas.

Libia es un Estado fallido, donde primero intereses imperialistas italianos controlaron sus recursos, olvidándose de su población. Luego, con Sarkozy y sus alzas para asomarse a la altura de los mofletes de Carla, Bruni claro, quiso que la 'grandeur' francesa controlara esos recursos. Hoy, miseria, corrupción y desconcierto son las señas de identidad de ese país, que puede hacer que Europa zozobre como una patera neumática. Italia y Francia tienen el deber de arreglar los desarreglos producidos en Libia y al menos transitoriamente, enmendar el problema como lo ha hecho España con Marruecos. El Gobierno de Pedro Sánchez ha apalabrado 54 millones de los 60 que pedía Mohamed VI, que ha aumentado las redadas y los controles en el mar. Quizás haya ayudado a la financiación de su yate, cuyo coste ascendió a 90 millones. Qué más da un yate que una partera. Al fin y al cabo, son embarcaciones con diferentes estilos y funcionalidades.

Europa tiene el deber de ser solidaria. Pero, también tienen la obligación de cuidar de sus ciudadanos. El efecto «llamada» a todo un continente debe hacer reaccionar a Europa. Sin ninguna duda, incentivar la reconstrucción de los Estado ribereños mediterráneos debe ser prioritario. La inmigración como otros tantos problemas que nos acechan, es un asunto político de la UE y de todos y cada uno de los Estados. Años atrás, las muertes en Lampedusa y las de Melilla, no debieron ser suficientes para hacernos reflexionar. El problema es particularmente complejo y doloroso. Ese «dolor» no es patrimonio de ONG y de la izquierda del «gran corazón». No es momento para el corazón, sino para la razón.

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