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Anuncios nuevos para el drama sin final

Instituciones y partidos, ciudadanos y colectivos, se vuelcan en lanzar propuestas contra la violencia machista pero sus números persisten en la tragedia

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La violencia criminal y a menudo invisible que sufren miles de mujeres cada día se hizo protagonista de la jornada ayer. Todas las instituciones públicas, todas las formaciones políticas y miles de ciudadanos dedicaron su atención a un conflicto trágico que siega vidas casi de forma semanal y que pervive a diario. Todo seguirá igual hoy, cuando ha terminado la jornada reivindicativa. Ayer se anunciaron planes de choque regional, iniciativas estatales y hasta logros que deberían ser una realidad hace muchos años. Entre ellos, destaca el realizado por el candidato socialista a la presidencia del Gobierno, Pedro Sánchez, a su paso por Jerez aseguró que si resulta elegido presidente del Gobierno «legislará» para que en los consejos de administración haya el mismo número de mujeres que de hombres y, sobre todo, para que las trabajadoras reciban el mismo sueldo que un varón por la misma labor.

Esta última circunstancia, sangrante, resulta asombrosa. Que con 15 años del siglo XXI transcurridos todavía haya diferencias injustas entre los sueldos de mujeres y hombres es un fracaso de toda la sociedad, de todos los partidos, de los gobiernos que han sido y de los que son. Del mismo modo, la cifra de mujeres asesinadas o agredidas, acosadas o humilladas, por sus parejas masculinas resulta insufrible. La persistencia de estos dramas cotidianos pese a la retahíla de planes, anuncios e ideas demuestra que su raíz es profunda y compleja. La base de esta tragedia está en la sociedad, en la educación que aún forma a demasiados varones con ansias de dominación y a demasiadas mujeres que los disculpan con excesiva facilidad. Sólo así es posible explicar que tanto tiempo después, tanto dinero después, tantos días internacionales y anuncios después, el recuento de las víctimas siga poniendo los pelos de punta a una ciudadanía que apenas se reconoce. Pero es así. Sólo dejará de comportarse de tal modo cuando cambie de veras, desde su nacimiento.

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