Ignacio Moreno Bustamante - OPINIÓN

Ajustes de cuentas

La fuerte crisis y los escándalos de corrupción propiciaron el caldo de cultivo que a muchos sirvió para mostrar su desazón y su cabreo

Ignacio Moreno Bustamante
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Desde la irrupción de Podemos en nuestras vidas –allá por mayo de 2014 con las elecciones europeas– hemos aprendido un montón de cosas sobre esta nueva hornada de políticos pseudointelectuales nacidos de las asambleas universitarias. En un primer momento todos recibimos como un soplo de aire fresco necesario los movimientos del 15M. La fuerte crisis y los escándalos de corrupción propiciaron el caldo de cultivo que a muchos sirvió para mostrar su desazón y su cabreo. Y lo hicieron por medio de un movimiento surgido de forma espontánea, con nobleza y legitimidad. Pero como muchos otros movimientos de la misma índole surgidos a lo largo de la historia, estaba abocado a desaparecer, a diluirse, precisamente porque su propia naturaleza anárquica y desorganizada le impedía un desarrollo mayor.

Pero hete aquí que un grupo de amiguetes, una pandilla de colegas madrileños liderados por Pablo Iglesias, Errejón, Monedero y algún que otro iluminado más, demuestra tener la suficiente habilidad para erigirse en líderes de la cosa. Ven la ocasión perfecta para llevar a la práctica todo lo que llevaban años discutiendo en sus círculos, en sus botellones, en sus clases. Y lo consiguen. Con el mérito que eso supone. Vieron llegar la marea, la controlaron y ahora la dirigen a su antojo.

Con el paso de los meses y la celebración de nuevas elecciones, fueron surgiendo nuevos Podemitas, provinientes cada uno de ellos de distintos movimientos sociales. Y por aquí nos ‘tocaron’ algunos, como Teresa Rodríguez, Kichi y el amigo de ambos, el parlamentario Jesús Rodríguez. No necesariamente los más preparados, pero sí los más organizados y reivindicativos, provenientes todos ellos de los movimientos radicales de la izquierda anticapitalista gaditana.

Como les decía, en este casi año y medio hemos aprendido muchas cosas sobre ellos. Desde que se autodenominan nueva política pese a practicar la más antigua y fracasada de todas o que tienen muchos de los ‘vicios’ de sus predecesores, como la colocación de amigos y familiares en los puestos de confianza. Pero sin duda, al menos a mi humilde entender, lo más llamativo de todo es cómo han conseguido pervertir ese movimiento noble del 15M para adaptarlo a sus intereses. Un interés que les ha llevado de la calle a las instituciones, donde ahora deben guardar el megáfono para gestionar. El problema –que sufrimos todos– es que esta segunda parte del cuplé no tienen ni idea de cómo escribirla. Dedican muchísimo más tiempo a tratar de adoctrinarnos que a resolver problemas. A dar lecciones de moralina que a arreglar calles. A ajustar cuentas –sus cuentas– que a crear empleo. Sin ser conscientes de que a los ciudadanos sus convicciones políticas y sus frases profundas nos las traen al pairo. Lo que queremos es un provenir. Sus ‘vendettas’ nos importan un pimiento.

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