Nuevos tiempos
Cádiz va con mucho retraso; de momento parece que ha recuperado la normalidad institucional, que no es poco viniendo de donde venimos
La idea se repitió varias veces en la mañana de ayer en el Ayuntamiento de Cádiz. Expresada de diversas formas, pero básicamente resumida sería: «Por fin, al (exabrupto) esta gente». Curiosamente, dicha por los mismos que durante ocho años han hecho la pelota sin disimulo al hasta ayer alcalde de Cádiz. Se repetía la idea, en voz bajita, eso sí, entre algunos de los invitados y se evidenciaba de forma mucho más elocuente entre los agentes de Policía Local que celebraron el cambio de Gobierno con confeti –papelillos en Cádiz de toda la vida– y champán. A quienes no se les escuchó ni el más mínimo reproche, ni la menor referencia al pasado, fue a los nuevos miembros del equipo de Gobierno. Todos hablaban de ilusión, de futuro, de retos, de mejorar Cádiz, pero sin rencores. Probablemente fue una directriz de su nuevo 'jefe', Bruno García, quien en su primer discurso directamente dio las gracias a su antecesor por «su entrega y dedicación» a la ciudad. Todo un gesto de cortesía que es muy significativo de lo que viene por delante en los próximos cuatro años. Una forma de hacer y entender la política con una cara mucho más amable, con un talante propositivo, no nacido del sectarismo que ha invadido Cádiz en estos últimos años.
Modestamente, como periodista, aprovecho también desde aquí para agradecer a José María González Santos estos ocho años como primer edil de San Juan de Dios. Le agradezco profundamente que me haya dado tantos argumentos para estos artículos dominicales. Se escribían solos. Uno trataba de buscar otros temas, pero resultaba casi imposible. Cuando no cambiaba un cuadro en alcaldía decía una barbaridad sobre la enseñanza concertada. O un tópico sobre la lucha obrera, la felicidad de los vecinos y vecinas, los pitos de las ollas o la caverna mediática de la derecha. Una delicia. En serio. Como gaditano que a diario tiene que esquivar por la calle alcorques rotos, deposiciones caninas y bordillos levantados, nada que agradecer. Pero como articulista, si pudiera le ponía un monumento a una de las mayores fuentes de inspiración que se puedan tener. Algo parecido debían sentir los periodistas deportivos de la capital de España cuando Mourinho entrenaba al Real Madrid, imagino. Cada día regalaba titulares magníficos. Aunque la diferencia es que el portugués al menos ganó algún título, no gran cosa, pero algo. Una Liga y una Copa del Rey, si mal no recuerdo. Nuestro ya ex alcalde no ha dejado ningún legado que vaya a ser recordado, pero entretenimiento todo el que quiera usted y más.
Sin embargo ese chollo se acabó. Ayer comenzó una nueva etapa en la que tiene pinta que la normalidad, bendita normalidad, va a ser la nota predominante. Me temo que podemos ir despidiéndonos de los grandes titulares y los gritos megáfono en mano. No parece el estilo de Bruno García. A ver qué ocurre tras los preceptivos cien días de cortesía, pero hay que empezar a ver cambios desde ya, que buena falta hacen. A poco que arreglen esos alcorques y esos bordillos, algo habremos avanzado. Y ya, si baldean con una cierta regularidad, para qué les cuento. Cádiz va con retraso. Con mucho retraso. De momento parece que ha recuperado la normalidad institucional, que no es poco viniendo de donde venimos. El siguiente paso debe ser recuperar la normalidad en el día a día. A corto plazo que se note en la limpieza, en el mantenimiento urbano. Y a partir de ahí empezar a plantearse retos mayores. El nuevo alcalde habló ayer de muchos temas pendientes de ciudad. Y también hizo mención a nuestra gran asignatura suspensa: avanzar todos juntos como Bahía. Con El Puerto, con Chiclana, con Puerto Real, con San Fernando. Quizá haya llegado ese momento, nuestro momento. De los nuevos alcaldes, y de los que repiten, depende. Será sin grandes titulares, me temo. Bien para todos. Pero como periodista ya le digo, una pena.
