Opinión

Cádiz, meridiano cero

España también tuvo su meridiano, el de Cádiz, por el que se rigió toda nuestra cartografía desde mediados del XVIII hasta la dichosa reunión de Washington de 1884 en la que se impuso el inglés

Felicidad Rodríguez

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Si uno va a Greenwich en Londres podrá visitar el Observatorio Astronómico y allí situarse sobre la línea que, en el suelo, marca el meridiano cero, el meridiano adoptado como universal durante una reunión celebrada en Washington a finales del XIX. Allí se estableció que el día universal, con una duración de 24 horas, comienza a medianoche de Greenwich.

Antes de esa declaración también Francia tenía el suyo, y si se visita el Observatorio de Paris se verá en el suelo el trazado del meridiano parisino; de hecho, los franceses nunca han dejado de referenciarlo, aunque sea de manera testimonial.

Y, por supuesto, España también tuvo su meridiano, el de Cádiz, por el que se rigió toda nuestra cartografía desde mediados del XVIII hasta la dichosa reunión de Washington de 1884 en la que se impuso el inglés. En Cádiz, sin embargo, a diferencia de Paris o Londres, no podemos pisar esa línea imaginaria que, en nuestro caso, partía del Observatorio en el Castillo de la Villa del Pópulo, donde hoy está la guardería municipal, y que atravesaría el casco antiguo por San Juan de Dios hasta la Diputación, plaza de España y las murallas de San Carlos.

Y es que el siglo XVIII fue importante para Cádiz. La creación del Cuerpo de Guardias Marinas, el traslado de la Casa de la Contratación desde Sevilla, la construcción del Primer Observatorio de Marina y, por supuesto, el meridiano. También el Real Colegio de Cirugía de la Armada junto al Hospital Real, hoy sede de los servicios centrales de la universidad y, junto a él, el anfiteatro anatómico y uno de los primeros jardines botánicos de la época.

Es el siglo en el que unos jóvenes Jorge Juan Santacilia y Antonio de Ulloa se embarcan en Cádiz para esa expedición que demostraría que la tierra no es redonda sino achatada por los polos. Al norte de Quito está la Ciudad Mitad del Mundo donde uno también puede observar la línea imaginaria del Ecuador y poner una pierna en el hemisferio norte y la otra, en el del sur. No faltan, por supuesto, las estatuas de Jorge Juan y Ulloa. Este año celebramos el aniversario de algunas de estas ilustres figuras e instituciones.

Es el caso del 250 aniversario del fallecimiento de Jorge Juan, ese magnífico científico y marino, con una excelente exposición en el Observatorio de Marina de San Fernando. O el 275 aniversario de la creación del Real Colegio de Cirugía y también del fallecimiento de su primer y auténtico impulsor, el cirujano de la Armada Juan Lacomba, figura injustamente olvidada. En ese Real Colegio se unieron por primera vez, en el mundo moderno occidental, los estudios de medicina y cirugía, modelo de enseñanza que luego se extendió al resto de España, Europa e Hispanoamérica.

Sobre el Real Colegio hay en el archivo Provincial una ilustrativa exposición de los documentos notariales de algunos de sus protagonistas. En la Biblioteca de Ciencias de la Salud, en el antiguo Policlínico, otra muy buena exposición de los fondos antiguos del Real Colegio. No están todos; muchos fondos se fueron a Madrid junto al Bibliotecario de las Cortes de Cádiz. Cuando el año haya pasado, y con él las celebraciones, no estaría de más un recordatorio permanente de ese brillante XVIII gaditano. Por ejemplo, señalando nuestro meridiano.

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