OPINIÓN

Ya está bien

En contrapunto a tanta algarabía las aguas de nuestra política no están tan mansas como quisiéramos

Antonio Fernández Repeto

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Aunque oficialmente hasta finales de este mes no comienza el otoño, desde que nos visitó la última DANA el ambiente ha cambiado. Las temperaturas se han suavizado, los veraneantes han hecho sus maletas y arrastrándolas por las calles han emprendido el regreso. Nosotros, en estos días con la celebración de la Gran Regata, vamos a disfrutar nuevamente de unas estampas muy singulares. Como ocurriera en aquella inolvidable de 1992, los pantalanes del muelle se llenaran de un enjambre de mástiles, jarcias, estachas y banderolas que recordarán imágenes del Siglo XIX cuando Cádiz era un emporio por el comercio con las indias. El parque temático instalado en el muelle atraerá a todos los que quieran visitarnos y las actividades lúdicas y conciertos harán que disfrutemos de un fin de semana de lo más atractivo.

En contrapunto a tanta algarabía las aguas de nuestra política no están tan mansas como quisiéramos. Es más, después de las elecciones generales del pasado mes de Agosto la tormenta sigue arremetiendo con fuerza. Los que inocentemente acudimos otra vez a la llamada de las urnas, pensábamos que con nuestra participación íbamos a contribuir a apaciguar los ánimos consiguiendo una estabilización más que deseada. Veníamos de unos años en los que desde aquella movida catalanista que culminó con la inesperada y televisada declaración unilateral de independencia y la posterior moción de censura que descabalgo al PP de la Moncloa cada dos por tres no parábamos de vivir de sobresalto en sobresalto. Desde entonces lo que, desde la aprobación de la Constitución de 1978, habíamos considerado como una estabilidad democrática después la dictadura, había saltado por los aires. Situaciones que hasta entonces habían sido marcadas como líneas rojas por los partidos mayoritarios dejaron de serlo. La alternancia de gobiernos que hasta entonces también, era aceptada por todos, dio paso a un gobierno de coalición extraño (Frankenstein lo llamó Rubalcaba) que nos ha tenido en vilo.

Asistimos en estos días a unas negociaciones sibilinas que no sé cómo terminaran. Estoy muy decepcionado con el tratamiento que se está dando a nuestra participación en las urnas. Nuestros votos, por lo que estamos viendo, no sirven nada más que para un vil mercadeo de escaños que se negocian entre todos los partidos. Somos alrededor de cuarenta millones de españoles pero al final nos imponen sus condiciones partidos que solo representan un 2% de los votantes, inaudito.

No se cómo podríamos trasmitir nuestro descontento con la situación actual. Si mayoritariamente (casi un 60%) hemos votado al PP y al PSOE no es para que con esos pactos subrepticios nos manejen partidos anticonstitucionales que solo promueven la ruptura del sistema democrático actual y la diferencia de trato entre ciudadanos. Recuerdo aquellas multitudinarias manifestaciones contra el gobierno de Aznar cuando la guerra del golfo. Si hoy todos los demócratas, de izquierda, derecha o centro promulgaran alguna similar para mostrar a nuestros políticos el descontento por estos comportamientos, encontrarían en mí un candidato a secundarlas, ya está bien.

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