José María Carrascal - POSTALES

No pueden explicarlo

Hay millones de españoles dispuestos a votar a Podemos para que desborde al PSOE. ¿Ustedes se lo explican?

José María Carrascal
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Cuando Pablo Echenique, tercer hombre en la formación de Iglesias, equipara Rajoy a Maduro, ¿le alaba o le critica? Porque son evidentes las concomitancias entre Podemos y el chavismo, al que ha servido de consejero y ha puesto como modelo de progreso, por no hablar ya de los dineros que sus dirigentes recibieron de él, aún no del todo explicados. Así que cuando Echenique equipara a Rajoy con Maduro debería, en principio, estar alabándole, aunque luego salga con que la táctica de ambos, «hablar mucho de otro país y no del suyo», sea censurable, muestra típica del doble lenguaje que viene usando Podemos desde que saltó desde los platós de televisión a la arena política, y tan pronto lo vemos más allá de la izquierda y de la derecha como en la izquierda más, como la santa socialdemocracia.

Cuando, ya que nos pide el voto a los españoles, tendría que decirnos claramente cuál es su postura ante los regímenes venezolano y griego, por no hablar del iraní. Pero no lograrán sacárselo ni con alicates. La razón es muy sencilla: está más cerca de ellos que de las democracias occidentales, y lo ha demostrado mil veces, en España, en Bruselas y donde haya tenido ocasión. Lo que ocurre es que no puede confesar abiertamente que lo que quiere para España es lo que está ocurriendo en Venezuela, en Grecia o en Irán. Así de simple y así de claro.

La segunda parte de esta tramoya es sorprendente: pese a conocer lo que está ocurriendo en Caracas, en Atenas, en Teherán, pese a las imágenes de las inmensas colas para obtener los alimentos básicos, pese a las detenciones de opositores y a la violación de los derechos humanos fundamentales, hay millones de españoles dispuestos a dar su voto a Podemos para que desborde al PSOE y se haga con el poder, apoyado por los independentistas. ¿Ustedes se lo explican?

La explicación sólo puede ser que el cabreo de los españoles con los dos partidos que les han gobernado desde que inauguramos democracia es tal que, para mostrar su enojo, votan a cualquiera antes que a ellos, sin importarles las consecuencias. Una reacción visceral por encima de las líneas ideológicas y de los intereses individuales, que mostró su potencia el 20-D y ha cogido fuerza con el pacto Podemos-IU.

O puede que la explicación sea más sencilla, más profunda también: que los españoles dispuestos a votar a Iglesias no lo hagan porque quieren para España un régimen como el venezolano, griego o iraní. ¡En modo alguno! Lo único que quieren es sustituir a los que vienen mandado por otros, con quienes les vaya mejor. Pero sin cambiar las cosas, eso nunca. Porque aquí, pasar, realmente nunca pasa nada. Cambian las personas, pero no los hábitos, las costumbres, las normas, incluso las leyes, pero como no se cumplen, ¿qué más da? Cambiarlo todo para que todo siga lo mismo. Más español que los molinos de La Mancha contra los que se estrelló don Quijote.

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