Ya no estamos aquí

El PSOE tiene hoy menos del 30 por ciento que le da la reciente encuesta y Pablo Casado está a menos de diez puntos de distancia

Salvador Sostres

Esta funcionalidad es sólo para registrados

Ésta es la encuesta que Pedro Sánchez, justo al principio del verano, esperaba llegar a tener a finales de agosto para concretar la primera semana de septiembre el anticipo electoral. Sin entrar en la parte de propaganda que la izquierda suele insuflar en todas las encuestas que controla, públicas o privadas, el CIS de hoy no refleja lo que el PSOE obtendría en el caso de que las elecciones se celebraran mañana. Es materialmente imposible que el trabajo de campo de la muestra incluya lo que en los últimos días hemos sabido de la tesis plagiada del presidente y de los turbios encuentros de la ministra de Justicia con el comisario Villarejo.

Sánchez ha abandonado la idea del anticipo electoral para asegurarse la clara victoria que, de haber disuelto la Cortes a finales de agosto o a principios de septiembre, seguramente habría obtenido. Quiere ahora aprobar los presupuestos a cualquier precio e intentar agotar la legislatura. Cada día que pasa comprobamos que se trata de una idea pésima. Para los españoles, por supuesto, pero sobre todo para cualquier esperanza que tengan los socialistas de retener el poder.

Ya no estamos aquí. El PSOE tiene hoy menos del 30 por ciento que le da la reciente encuesta y Pablo Casado está a menos de diez puntos de distancia. No es mérito del Partido Popular, o lo es en menor medida de la culpa que tienen un presidente y un partido que quieren apurar lo que está agotado, quemando tontamente la holgada ventaja que tenían y que perderán.

El CIS cuando los socialistas lo han controlado ha dado cifras más propias de un Pato Donald explicando matemáticas a sus sobrinos que de una democracia avanzada con la independencia de las instituciones más o menos garantizada. Pero ni el Pato Donald ni la más entregada propaganda podrán detener la sangría de un gabinete acorralado y de un presidente que cada día que se aferra al poder pierde prestigio y credibilidad, hundido por sus mentiras y por sus trampas, por su fragilidad parlamentaria, por su deriva política, coqueteando con los golpistas a cambio de sus votos, y demostrando que no sólo no está a la altura de la presidencia del Gobierno, sino ni siquiera del truco que le llevó al cargo.

Comentarios
0
Comparte esta noticia por correo electrónico

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Reporta un error en esta noticia

*Campos obligatorios

Algunos campos contienen errores

Tu mensaje se ha enviado con éxito

Muchas gracias por tu participación