EDITORIAL ABC

Madrid apuntala al Partido Popular

La capital madrileña fue ayer el escenario de un fracaso colectivo de la izquierda y ha confirmado que el centro-derecha sigue siendo una fuerza ideológica con arraigo en la ciudadanía

El presidente del Partido Popular Pablo Casado (d), y los candidatos del PP a la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (c), y al Ayuntamiento, José Luis Martínez-Almeida EFE

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SI las lecturas políticas de las elecciones de ayer deben hacerse mediante su comparación con las nacionales del 28 de abril, es evidente que el PP ha sabido frenar su ciclo bajista, mejorando su voto a nivel nacional. Esta es la principal consecuencia política de la jornada de ayer. Los populares han pasado del 16,70 por ciento de los votos en las generales de hace un mes al 20,13 obtenido en las elecciones europeas. En el cómputo general del voto municipal, los populares han alcanzado el 22,20 por ciento de los votos.

El balance concede a Casado un margen de confianza para profundizar en la renovación del partido. El resultado confirma que el mensaje que adoptó tras el 28-A ha sido eficaz. Un mensaje de afirmación de la identidad reformista, liberal y conservadora del PP, como espacio común de todo lo que está a la derecha del PSOE. Esta es también la interpretación de buena parte del electorado de Vox, que ha vuelto a dar su confianza al PP. En cuanto a las posibilidades de gobierno, el PP partía de posiciones muy limitadas en los ámbitos autonómico y municipal, pero si hubiera que resumir el resultado político -más que el puro recuento de votos- obtenido por los populares en el día de ayer, habría que concentrarlo en la recuperación del Ayuntamiento de Madrid, gracias a la más que probable coalición a la andaluza entre PP y Ciudadanos, con el apoyo de Vox, y la conservación del gobierno madrileño con una mayoría de centro-derecha. Estas dos victorias van a simbolizar la fortaleza del PP y, en general, de los partidos situados a la derecha del PSOE, de cara a una legislatura que va a exigir un alto nivel de confrontación democrática. La capital de España ha sido santo y seña de la izquierda española, con Manuela Carmena como ídolo transversal del que se confiaba que podía generar un tipo de alternativa progresista por encima de los partidos.

La pérdida de Madrid representa para la izquierda más que un Ayuntamiento. Es la derrota de un discurso trufado de revanchismo histórico y confrontación cívica

Madrid capital fue ayer el escenario de un fracaso colectivo de la izquierda y de sus principales líderes -Pedro Sánchez y Pablo Iglesias- y ha confirmado que el centro-derecha sigue siendo una fuerza ideológica con arraigo en la ciudadanía. Para el PSOE, la debacle sufrida por su candidato, Pepu Hernández, se la tiene que imputar directamente en su cuenta Pedro Sánchez. Y la división de la extrema izquierda pone a Íñigo Errejón y a Pablo Iglesias ante la cuenta atrás de un movimiento supuestamente regenerador -aquel del 15-M- que ha envejecido tan rápido como fueron apareciendo los vicios de los viejos partidos comunistas, con purgas, escisiones y ajustes de cuentas. La pérdida de Madrid representa para la izquierda más que un Ayuntamiento. Es la derrota de un discurso trufado de revanchismo histórico y confrontación cívica. Con el mantenimiento de la Comunidad de Madrid, el PP, que ha cosechado mejores resultados de los previstos, y Ciudadanos ven confirmado un pacto de Gobierno que ha hecho de esta región la cabeza social y económica de España.

El entendimiento entre PP, ciudadanos y Vox debe ser un antídoto a las políticas fiscales de Sánchez. Los resultados del PSOE no le permiten rematar la victoria de las generales con un tsunami de la izquierda en el feudo del PP. Por el contrario, muchos ciudadanos habrán tomado nota de que era necesario un equilibrio de poderes entre las administraciones públicas, fundamentalmente para oponer a la anunciada subida de impuestos desde el Gobierno central unas políticas autonómicas que introduzcan racionalidad en el gasto público. Se explica que la dirección del PSOE no estuviera exultante en su comparecencia a última hora de ayer.

Las elecciones municipales y europeas apuntan a una mejora del bipartidismo. Esto tendrá consecuencias en las perspectivas de los partidos emergentes, aunque ya no tan emergentes a estas alturas. El PP ha evitado de nuevo que Ciudadanos lo supere y, de paso, ha enviado un serio mensaje a Albert Rivera sobre el liderazgo del centro-derecha en España. El partido naranja va a ser determinante en la formación de mayorías alternativas a la izquierda y este debería ser su objetivo estratégico para los próximos cuatro años, no la obsesión de desbancar al PP. Lo razonable es pensar que el centro-derecha entre en una fase de reorganización interna, cuyo resultado debería ser una oferta conjunta a los electores de esta opción ideológica, como ha sucedido en Navarra. El freno con retroceso en las expectativas de Vox es un acicate para que el PP persevere en la claridad de mensajes sobre lo que representa en el escenario político español. Tras la tormenta del 28-A ayer llegó la calma y la ilusión al centro derecha.

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