EDITORIAL ABC

Elcano vuelve a Guetaria

Este tipo de acontecimientos, como el homenaje a Elcano, deberían servir para superar prejuicios y animar a las instituciones del Estado a hacerse más presentes en el País Vasco

Salida de la regata Getxo-Getaria, acompañados por el buque de la Armada Juan Sebastián Elcano Manu Cecilio

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La Armada rindió ayer homenaje, desde su buque-escuela, el Juan Sebastián Elcano, y frente a la ermita de San Juan de Gaztelugache, a los dieciocho marineros que sobrevivieron a la primera vuelta al mundo. Acompañada por decenas de embarcaciones y con cientos de espectadores desde la costa, la tripulación del buque-escuela formó en la cubierta, cantó «La muerte no es el final» y arrojó un ramo de flores al mar en recuerdo de aquellos que protagonizaron la mayor proeza de la historia de la navegación marítima. Como sucediera en su anterior visita a Guecho, el buque-escuela de la Armada española fue recibido en Guetaria con expectación, respeto y curiosidad por los ciudadanos vascos que siguieron su travesía y luego visitaron su interior. Los visitantes superaron todas las expectativas, haciendo del atraque del buque otro éxito de la Armada y una prueba más de que la presencia del Estado en el País Vasco -y de lo español, en general- está mediatizada por un incomprensible temor a molestar al nacionalismo. Este tipo de acontecimientos deberían servir para superar estos prejuicios y animar a las instituciones del Estado a hacerse más presentes en el País Vasco, y con mensajes positivos y constructivos, como el proyecto «Horizonte Elcano», liderado por la Armada con su buque-escuela. El nacionalismo gana la partida de la comunicación si consigue que del Estado sólo se hable asociado a un conflicto competencial o a un enfrentamiento político. Pero España tiene mucho más que ofrecer a los ciudadanos vascos, como esta efemérides compartida de unos vascos que hace ya quinientos años se embarcaron en una gesta de la que todos los españoles, sin excepción alguna, deberían sentirse orgullosos.

La organización autonómica del Estado es compatible con la fortaleza de sus símbolos comunes y de sus instituciones nacionales. Precisamente, cualquier análisis de la situación actual en España desde una perspectiva federal, lo que echará en falta no es más autogobierno para las comunidades autónomas, sino más fortaleza estatal, más protagonismo del Estado para la cohesión, la igualdad y la solidaridad. El repliegue del Estado no es una consecuencia inevitable de su organización autonómica, sino una errónea decisión de sucesivos gobiernos centrales, llevada al extremo por Rodríguez Zapatero y Pedro Sánchez, con la finalidad de mantener apaciguado al nacionalismo insaciable. El resultado salta a la vista y debería obligar a los partidos constitucionalistas a que no sólo Elcano vuelva a Guetaria, sino también el Estado al País Vasco y a Cataluña.

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